—Javier, ¿cómo puedes devorar la comida de esa forma tan voraz? Celeste apenas ha tocado sus platillos y ha estado sirviéndote desaforadamente todo el tiempo. ¿Es así como tratas a tu esposa? —Clara comía tranquilamente los camarones pelados y el pescado desespinado que Alejandro le había preparado, levantó los ojos amenazadoramente y dijo: —Te advierto, si no tratas bien a Celeste, ¡le presentaré otros hombres! Entonces veremos si sigues teniendo el mismo apetito.
Javier se quedó atónito, casi se atraganta y casi rompe su plato. Celeste, con las mejillas ardiendo, le dio suaves palmaditas en la espalda y le pasó su vaso de agua. —Clara, no juegues conmigo —también se rio de la forma bromista de Clara.
—Celeste, lo siento muchísimo. Javier rápidamente le sirvió carne en el plato de Celeste, con la cara tan roja que casi llorara. —Es la primera vez que tengo una novia, no supe cuidarte adecuadamente, no te enfades. Dame un poco de tiempo para aprender, ¡prometo que te cuidaré bien!
Cele