Javier habló en voz alta y firme, su mirada afilada y penetrante se clavó en Ema, su poder intimidante era absolutamente real y no era una broma.
El corazón de Ema latía como un tambor, su garganta se retorcía dificultosamente, al igual que el corazón de Hugo, que también se apretaba fuertemente.
Desde temprano había escuchado que Javier, el fiscal principal de La ciudad de México, era un hueso duro de roer, extremadamente difícil de tratar.
El puesto de fiscal era uno de gran sensibilidad y poder, muchos magnates y familias poderosas querían ganarse uno o dos fiscales para utilizarlos en momentos críticos, muchos fiscales aparentaban ser incorruptibles, pero en realidad trabajaban secretamente para los magnates, en un acuerdo mutuamente beneficioso.
Pero este tipo, Javier, además de tener un sentido de justicia muy desbordante, resulta que él mismo es el heredero de una familia poderosa.
¿Le ofrecerías dinero? ¡Jaja...! ¡Podría matarte con las monedas que lleva en el bolsillo!
Javier