Noa se tapó la boca. ¿Qué estaba haciendo ahí?
Desde que Rodrigo y ella estaban juntos, no había tenido contacto con otro hombre. ¿Cómo podía siquiera abrazar a otro hombre?
¿Estaba traicionando a Rodrigo?
—Lo siento—dijo Noa después de mucho esfuerzo, solo podía disculparse.
Ni siquiera podía distinguir si se disculpaba con Víctor o con Rodrigo.
—Noa, ¿qué has hecho mal? Más bien debería disculparme contigo. He estado ocupado durante tres días y ni siquiera sé si he llegado a oler mal para ti—dijo Víctor al ver la adorable expresión de la muchacha, con una sonrisa cada vez más amplia.
—Señora—Luisana, que escuchó el alboroto, vino apresurado. Al ver a Víctor, también se sorprendió. —¿Víctor?
Víctor siempre había mantenido un perfil bajo, y pocas personas afuera sabían de su identidad. Luisana solo lo sabía porque Rodrigo se lo había contado en privado.
De lo contrario, la incómoda situación con Juan llamando a la puerta podría haberse repetido.
—¿Están Clara y Alejandro aquí? — Víctor