Finalmente entendió que yo lo sabía todo.
Lo más importante: no me había suicidado. Simplemente ya no lo quería.
Esa realidad le dolió más que la noticia de mi muerte.
Perdió el control y destrozó su estudio a martillazos, reduciendo todo a escombros.
—¡Claire! ¡Regresa! ¡Vuelve aquí!
Sus gritos retumbaron en la villa vacía, pero no hubo respuesta.
Entonces recordó la pregunta que una vez le hice:
—¿Y si un día sí me traicionas?
Él entonces respondió: —Entonces castígame. Hazme buscarte por todo el mundo sin nunca encontrarte.
Las palabras se hicieron realidad.
Mi castigo había llegado.
Tony salió corriendo de la villa, agarró a Alvin por la camisa y gritó: —¡No está muerta! ¡Claire está viva!
—¡Encuéntrenla! Aunque haya que registrar el mundo entero, ¡tráiganme de vuelta!
En sus ojos regresó la luz, pero era una luz retorcida y obsesiva.
Mientras tanto, yo estaba en un hospital de Suiza, mirando el reporte médico falsificado de Sasha.
Decía: leucemia en etapa terminal.
Sonreí con iron