Carlo era mi socio comercial actual... y mi pretendiente.
Al ver la escena, su expresión se nubló. Se acercó y separó las manos de Tony de mí con una fuerza impecable.
—Caballero, retire sus manos de mi prometida.
Prometida.
Esa palabra golpeó a Tony como un rayo.
—No... no, es imposible... Claire, ¡dile que no es verdad! —Me miró con incredulidad.
Carlo se interpuso, protegiéndome con elegancia natural.
—Quizá no lo sepa, pero Layla y yo nos comprometeremos formalmente el próximo mes.
Layla era mi nombre nuevo.
Tony volvió a mirarme, y la luz en sus ojos se apagó lentamente.
—Claire, ¿lo amas?
Su mirada suplicaba desesperada. Entrelacé mi brazo con el de Carlo y le sonreí.
—Él es bueno conmigo.
Eso fue suficiente.
Ya no importaba si era amor o no. Lo que importaba es que ya no era la mujer que giraba alrededor de él.
Tony observó nuestra cercanía, y su cuerpo se balanceó como si apenas pudiera sostenerse.
—¿Por qué... tan rápido?
—Solo han pasado seis meses...
Lo miré con frialdad.
—S