Justo cuando todo se derrumbaba a su alrededor, descargué el golpe final.
Presenté una denuncia anónima acusando a la Corporación Gambino de evasión fiscal y lavado de dinero, con pruebas irrefutables.
Los reguladores actuaron rápido: en horas, la corporación recibió orden de congelar activos y cerrar operaciones.
El imperio empresarial que sostenía a los Gambino tembló hasta los cimientos.
Tony quedó atrapado en casa, incapaz de perseguirme en el extranjero.
Después de todo, había cortado todas sus rutas de influencia.
En la línea, Curtis sonaba exaltado. —¡Señorita, lo logramos!
Observé el rostro destrozado de Tony en las noticias y dije con calma:
—Esto fue solo el inicio.
—Quiero que lo despojen de todo.
Luego llegaron noticias de Sasha.
Vivió en las calles, sin hijos. Corrieron rumores de que intentó vuelve su historia a un tabloide, antes de que fuera secuestrada y enviada a un psiquiátrico.
Corría el rumor de que la habían silenciado, y fueron los Gambino quienes lo hicieron.
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