Capitulo 2

El trayecto hacia el Púb fue tranquilo, cuando por fin llegaron, las mujeres notaron que fuera de este se hallaba estacionado un vehículo importado, de vidrios negros y con patente extranjera, lo que las lleno de preguntas.

Estaban asombradas, no entendían que como era posible que alguien que maneja ese vehículo, se encontrase fuera del púb y más aun, en aquel sector que en su mayoría era transitado por los trabajadores del puerto.

Después de unos minutos entraron. El púb no era gran cosa, constaba de un mesón central que hacía de barra, con nueve bancas en su entorno, detrás de esta se ubicaba un espejo que cubría gran parte de la pared, el cual quedaba semi-cubierto, por una serie de botellas, de diversos contenidos en su interior.

En el salón, se hallaban distribuidas desordenadamente, un total de siete mesas.

-Lo primero es lo primero-dice Claudia y mirando al mozo ordenó-tráenos tres cervezas, que esta noche estamos de celebración.

-Yo pago la segunda ronda-comento Mariela mirando suspicazmente a Mara.

Esta, desde que había entrado al lugar no podía describir lo que empezó a experimentar, era una mezcla de escalofríos y una sensación de que la observaban constantemente.

-Esta bien... yo pago la tercera entonces-agrega resignadamente, atribuyendo a sus escalofríos aun posible resfriado, comienza a quitarse al abrigo y mecánicamente toma asiento junto a sus compañeras.

No podía dejar de sentirse inquieta y ello le preocupaba sin saber porque.

Con el barullo que hicieron al entrar ya era tarde par irse, pensaba divertida Mara, es solo una noche, se repetía, quizás sea esto lo que me inquieta y me provoca estos escalofríos.

Luego de la primera ronda, en donde se trataron historias de las demás empleadas de la planta y ya habiendo acabado con todos los demás temas, Mariela pregunto desinhibidamente a Mara:

-¿Mara, porque es que nunca has ido a tu casa?, ni en los días libres que hemos tenido, tampoco hablas de ellos ¿tienes problemas con ellos acaso?

-¡Calla mujer!, no seas chismosa, eso a ti no te interesa para nada-repuso rápidamente Claudia.

-No… esta bien..... Lo que sucede-dijo Mara sorprendiendo a sus dos compañeras y acaparando para sí la atención-es que no me gusta mucho hablar de ello, porque es una historia muy triste y me desagrada.

-Bueno, a ti por lo que e visto no te gusta hablar de nada y todo té deprime-Comentó Mariela.

-Vas a seguir-reprendió Claudia un tanto molesta con su compañera.

-No discutan por mi culpa, solo les pido que escuchen.

-Pues cuenta nomás.... somos todas oídos-dijo Mariela, agregando-me muero por conocer cual es tu historia. Después de esto hace una seña a la barra para que les trajera otra ronda de cervezas.

-Les voy a contar, pero primero me voy al baño, la cerveza me esta haciendo su efecto diurético-se incorpora y toma rumbo hacia el baño.

-Espera, yo té acompaño-decía Claudia yendo detrás de ella.

Mientras atravesaban el salón; cabe decir, que las tres mujeres se ubicaron en la mesa que se hallaba en un extremo del salón, estando el baño en el otro extremo del mismo.

Mariela recibía la nueva ronda y pedía algo para acompañar. Durante el trayecto Mara no dejo de sentirse observada, siendo cada vez más fuertes los escalofríos que sentía en su cuerpo.

En el salón solo había tres mesas ocupadas, una por una pareja de enamorados, la de ellas y una tercera ocupada por dos hombres que vestían elegantemente, por causa de la escasa iluminación no se podía distinguir sus rostros, esta mesa estaba enfrente de la entrada del baño.

Cuando las mujeres pasan por enfrente a esta mesa, notaron la presencia de los hombres, que no pasaban indiferentes, ya que sus figuras resaltaban en el lugar. Solo se podía distinguir entre la oscuridad, su sombría mirada, la cual no se desprendía de ellas, desde que ellas habían arribado al púb.

Mara notó que las miradas eran directas hacia ellas, totalmente desinhibidas. Ambas entraron al baño, sin más inconvenientes y al salir Claudia los mira y descubre que las miradas eran solo para Mara. Esta en cambio estaba preocupada por los escalofríos y aquella sensación, de pronto era como si caminaba en cámara lenta.

Cuando llegan a la mesa, Claudia comenta con Mariela que el vehículo importado, era ó debía ser, de los hombres en cuestión, aumentando así la curiosidad de estas por el tema, pero como la historia que estaban por contarles era mejor y luego del brindis de rigor, provocando que sonaran las copas y con ello la risa de las tres resonaron nuevamente en todo el lugar. Mara ahora había comenzado a experimentar un calor que le recorría todo el cuerpo, por lo que al recibir la cerveza toma un gran sorbo de esta.

El ambiente del lugar era por demás de sombrío, entre el humo de los cigarrillos, la escasa iluminación y una vieja canción que sonaba por tercera vez, solo la alegría de las tres mujeres y la presencia de los hombres, en el otro extremo, daban un ambiente especial en aquel lugar.

-Bueno mujer... como dice esta, cuenta de una buena vez que “estoy que corto las huinchas” por  saber-decía Mariela acercándose más hacia Mara, quien la miraba sonriendo.

-Como que “esta”, esta tiene nombre y tomate un minuto para decirlo-reprendía Claudia a su compañera.

-Esta bien, “esta Claudia”-y sin aguantar mas se puso a reír.

Nuevamente las tres compartieron sus sonrisas y absorbieron las miradas de los extraños personajes, que estaban él aquel recinto.

-Además “la curiosidad mató al gato” Mariela  y de ser así, ya tú ni las nueve vidas te salvaran, es mas quedaras debiendo-agregaba Claudia sin dejar de reír, tanto que empezó a toser.

-No me importa, estoy más que segura que vale la pena-respondió esta con seguridad.

-Eres incorregible, definitivamente mujer-decía Claudia con cierto dejo de reproche.

-Bueno, primero que nada les pido que no me interrumpan mientras les cuento, por lo menos hasta que haya terminado y sobre todo les suplico que me escuchen, creo que si les cuento esto es solo por el efecto diurético de la cerveza y nada más.

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