Cuando llegó su turno, Miranda le dedicó la sonrisa perfecta que había ensayado por tres días. Lo miró radiante y le dijo con voz suave y contenida:
—Hola. Admiro mucho tu trabajo.
Javier levantó la vista un instante y respondió con una cortesía indiferente.
—Hola, ¿qué tal?
El apretón de manos fue tan ligero que apenas lo sintió. Cuando él retiró la mano, ella se acomodó un mechón de cabello con un gesto que pretendía ser casual mientras se acercaba a Fabián.
“¡Aaaah! ¡Mi Javi! ¡Te amo, te adoro! ¡No me lavo la mano nunca más! ¡Esto es sentir un chispazo! ¡Siento que rejuvenecí diez años en un segundo!”
Mientras Miranda contenía su euforia, el productor ya estaba explicando los siguientes pasos de la grabación y cómo