Al llegar al estacionamiento subterráneo en el sótano, Miranda actuó con más aires de diva que el propio Leo. Se limitó a decir un breve “hasta luego”, se puso unas gafas de sol y caminó hacia la salida sin mirar a nadie más.
El equipo de Leo la observó con una expresión de total desconcierto. Él también se sorprendió por un instante, pero luego sonrió para sí mismo.
Una vez en la camioneta, sus acompañantes no tardaron en comentar entre ellos:
—¡Qué aires se da! Cualquiera diría que la estrella es ella. Jamás había visto a alguien tan arrogante.
—¿Será que ya firmó con alguna agencia y va a debutar? En serio que tiene muy buena presencia.
—Quién sabe. Debe ser de buena familia, ¿no? La última portada que Leo hizo con Mía para Bajo Cero... creo que el vestido que usó Mía se lo pidió prestado a ella.
—Tiene sentido. Va vestida de Dior de pies a cabeza y ese bolso es un Birkin de piel exótica. Seguro tiene muchísimo dinero.
—El reloj parece de Van Cleef & Arpels, pero nunca he visto esa