CAP 40

- ¡Hay Dios! ¡Hombre de hierro! –

Gime la mujer.

- No grites –

Responde el hombre.

Pero, aun así, sus gemidos no escapan de los oídos agudos de Alex.

El chico desde el otro lado de la puerta forma una extraña sonrisa

- “De ahora en adelante tendré que tener cuidado con el jefe, al parecer encontró quien lo haga perder la cabeza” –

Suspiro con picardía y se alejó por fin de la habitación al obtener la clara respuesta de su jefe desde adentro.

Ambos gimen de placer mientras encuentran su ritmo, él coloca la palma de su mano en el estómago de la mujer y utiliza la fricción de su pulgar sobre ella mientras se mueve.

- Hazlo ¡sí! ¡oh! –

Gemidos de un hombre y una mujer llenan la habitación, se tumban en el suelo mientras el placer se extiende por sus cuerpos, una ola casi incontrolable de placer los consume.

Leandro y Sheila son un conjunto vibrante de células de placer.

La libido de la mujer aumenta y el clímax se aproxima rápidamente, en ese momento el hombre fornido, derrama su semilla
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