Al pasar unos días, Korina estaba aburrida en el sillón y Darío muy concentrado entre papeles. Está se levantó y se acercó a él algo misteriosa, con una sonrisa maliciosa tomó el valor para expresar que quería en cuanto el subió la cabeza.
— Jefe, me aburro y se mi entretenimiento —
Darío con una expresión de pocos amigos la miró — Se supone que ese es tu trabajo, ¿Qué te hace pensar que soy para entretenerla? —
— Ja, ja, ja, pensé que me regañaría y la verdad me gustaría hacer algo más divertido, me da demasiado sueño al no hacer casi nada — Algo consentida le hablo y solo vio como subió su ceja un poco.
— ¿Cómo qué? — Darío le dio gracia su actitud de niña bien portada y a la vez era irritable.
Analizando recordó como jugaban con las cartas y eso le gusto — Enséñame a jugar póker —
— Pensé que sabías jugar —
— No y me gustaría aprender —
Don Darío vio un mar de papeles en su mesa y hacía que tiempo no tuviera — Tengo mucho trabajo y quizás en otro momento —
— Sí te ayudo, ¿Me puedes