Enzo
Los ojos de Nina se abrieron de par en par cuando por fin le dije la verdad.
“No”, dijo, caminando de un lado a otro y frotándose la cabeza. “Esto no es real. Los hombres lobo no son reales. Los esqueletos que hablan no son reales”.
Suspiré, me levanté y me acerqué a ella.
“Mira”, le dije,