Enzo
Mis ojos se clavaron en el enorme oso que se acercaba a mí a toda velocidad, doscientos kilos de furia gruñendo y garras largas como cuchillos. El ensordecedor rugido que se escapó de su garganta casi pareció hacer temblar la piedra bajo mis patas.
Todos mis instintos me gritaron que me prepara