Mundo ficciónIniciar sesiónEl baño se llenaba de vapor mientras Valeria terminaba de secarse el cabello. La luz tenue hacía brillar el anillo en su dedo como si quisiera recordarle cada dos segundos lo ocurrido anoche. Cada vez que sus ojos se cruzaban con la piedra enorme, una sonrisa nueva —pequeña, indomable, tonta— le aparecía sin permiso.
Leonard entró sin hacer ruido, ya vestido con un traje oscuro impecable, la camisa blanca, sin corbata. Su mirada la recorrió desde el espejo, lenta, temblorosa sin querer serlo.
—No sé si vas a una reunión… —dijo con voz baja acercándose por detrás— o si vas a matarme de un infarto.
Valeria rodó







