Mundo ficciónIniciar sesiónLa puerta se cerró de nuevo con la salida de Martha y, con ella, el último hilo de fuerza que le quedaba.
Valeria permaneció de pie unos segundos, sin respirar, sin pensar, sin parpadear siquiera. Luego, como si alguien hubiera apagado un interruptor interno, las piernas le fallaron.
Cayó de rodillas sobre el suelo de mármol, sin elegancia, sin control, sin nada de la compostura que había tratado de mantener los últimos días. Simplemente volvió a caer.
Las lágrimas volvieron sin aviso. No eran las de antes, las del pánico y la negación. Estas eran diferentes. Gruñidas, pesadas, desesperadas. Lágrimas de ruptura.
Con un gemido a







