Mundo ficciónIniciar sesiónCasa Pastriani no era solo el mejor restaurante italiano de la ciudad; era casi un templo para la gente de dinero. Un restaurante normal tenía un salón común donde todos eran atendidos. Casa Pastriani, en cambio, ocupaba una mansión neogótica con decenas de salones privados, cada uno destinado a un tipo distinto de evento: desde banquetes con más de dos mil invitados hasta pequeños salones del tamaño de una habitación, pensados para cenas íntimas o reuniones discretas.
Por supuesto, no todos los espacios estaban abiertos al público, ni disponibles todos los días. Las reservas se gestionaban con meses de antelación, y los salones más codiciados pertenecían a una lista exclusiva de clientes permanentes. Algunos, como Leonard Blake, tenían incluso un sal&o







