Mundo ficciónIniciar sesiónLeonard Blake se despertó el lunes como todos los lunes: cinco minutos antes de que sonara la alarma. La costumbre era un reflejo más fuerte que el sueño. Se incorporó lentamente y, al girar la cabeza hacia la izquierda, la vio.
Valeria dormía de lado, con el cabello desparramado sobre la almohada y los labios entreabiertos en una calma engañosa. Por un instante, se permitió mirarla sin el filtro del contrato, sin la distancia del deber. Tenía que admitirlo: su esposa era hermosa.
Y eso, últimamente, se había vuelto una tortura.






