Mundo ficciónIniciar sesión~ Amalia ~
— Muy bien, básicamente esto es todo lo importante que debes saber, también hay cuartos privados... Dónde si te lo piden y lo deseas puedes hacer bailes privados. — Escuchaba atentamente la explicación de mi Mei. Había llegado al club nocturno, me encontré con mi amiga y ella me enseñó el lugar, cada chica tiene un lugar donde hace su danza y me habían asignado un lugar. El club era grande, tenía que esforzarme mucho para conseguir a Moretti, ni siquiera sé cómo se ve o si ese es su apellido realmente, pero sea como sea lo voy a conseguir. — ¿Qué te parece, Amalia? ¿En qué piensas tanto? — Preguntó. — Solo estoy pensando en que bailes puedo hacer. — Mentí. — Solo siente la música amiga, lo hacemos por diversión. — Sonrió. Faltaban 6 minutos para que abrieran el club, subí al cubículo donde iba a danzar, me acerqué a la barra y extendí mi brazo para rodearla con mi mano, el tacto era frío, recordé las veces que bailé en la academia donde estaba antes. El lugar es seguro, pero intentaba ocultarme de las cámaras de seguridad, era tonto, porque mi cabello rojizo era muy característico en mí. Pero lo usaré como mi arma especial. — ¿Lista, Amalia? — Mei se acercó a mí. — Nací lista ¿No lo parece? — Quema este lugar con el fuego que hay en tu cabello. — Dijo antes de irse a su espacio. Pueden tener mucho dinero, ser peligrosos y traficantes... Pero siempre gastarán y se debilitarán por una mujer ¿No? Presas fáciles. Veía entrar a cada hombre, los observaba con precisión. Estos no eran delincuentes, eran los jefes y puedes notarlo solo con observarlos bien. La música no era lo suficientemente alta ni muy baja, era el volumen perfecto para disfrutar de ella y charlar. Me importaba escuchar la charla de estos hombres. Estaba en una esquina, aún no comenzaba a bailar, habían muchas luces en el club y eso dificultaba mi vista, no podía observarlos bien. Así que decidí comenzar a bailar, subí de nuevo, la barra aún se sentía fría. Prendieron una luz arriba de mi para poder verme mejor, ya había llegado el momento. Comencé a seguir el ritmo de la música, mis dedos trazaron mi mi cintura bajando a mis caderas con una lentitud pacífica, no tenía prisa realmente. "Mírenme, cerdos, devoren mi mentira" Pensé. Ya tenía muchas miradas encima, comencé a bailar en la barra, es mi único testigo y mi única arma. El metal frío se clava en mis costillas mediante los pasos que hago. Por dentro, rezaba para que el sudor no me hiciera resbalar de la barra, aunque sé sobre danza tengo tiempo sin hacerla y no practiqué antes de esto. Suelto mi agarre de la barra con lentitud, sabiendo que soy la distracción perfecta. Mientras ellos me miran, mis oídos intentan meterse en la conversación. Necesito escuchar la palabra clave, así sea solo una palabra. Actuaba muy coqueta, mi sonrisa es otra de mis armas para poder hipnotizarlos y lucir tranquila. Mis ojos, sin embargo, no paraban de moverse. Cerré los ojos un instante de la subida. Al hacerlo, no pude evitar ver la sonrisa de papá. Eso fue suficiente. El recuerdo era la gasolina que prendía fuego mi corazón para vengarme con la rabia de un torbellino. Cuento las cabezas, los guardias cerca de la salida, y la cicatrices si estos hombres me dicen lo peligroso que son. Este es mi verdadero trabajo, conseguirlo, no el de mover las caderas. Me moví hacia la orilla del escenario, supuestamente para interactuar. Pero en realidad, era para cubrir el ángulo de visión de la cámara de seguridad que me apuntaba directamente. Mi cabello, que caía como una cortina en mi rostro, era mi escudo. Pero una vez más, se me olvida que ser pelirroja hace que no pases desapercibida. Volví a observar mi público y los demás hombres del club, no daban billetes a las chicas, daban pacas de dinero, al parecer billetes de cien dólares. Volví a mi esquina luego de poder observar mejor mis presas y hacerles creer que ellos son los cazadores. Tenía un vaso de cerveza en mi mano, solo para aparentar, no podía estar borracha si quería encontrar al más peligroso. No era fácil, todos lucían trajes caros y joyas elegantes, unos con tatuajes y otros limpios. Me tomó por sorpresa un hombre que estaba dando pasos hacia mi dirección. Traía puesto un atuendo de diseñador gris, era robusto con un corte de cabello perfecto para tu tipo de rostro perfilado y esa mirada de cazador, sus ojos marrón oscuro con las luces parecían casi negros. Caminaba hacia mí viéndome como su siguiente presa. — Tu baile encantador y tu forma de moverte son únicas. Vamos a un baile privado. — Su seguridad me molestaba. Él era guapo y lo sabía. — No, no hago bailes privados. El soltó una risa. — No juegues conmigo, linda. Eso no funciona. — Sus dientes perfectos hacían hermosa su sonrisa. — Claro, no me interesas, no eres el tipo de hombre con el que hago bailes privados. — Dije, cuando nunca he hecho uno. Sin decir otra palabra, fuí al baño para retocar mi maquillaje, estaba sudando un poco. Caminé sensualmente hasta el baño y al entrar pude caminar normal. — Oye nueva ¿Estás loca? — Entró una chica al baño. — ¿Disculpa? — Alejé el labial de mis labios. — Acabas de rechazar a uno de los clientes más importantes del club. M****a, si es importante puede ser clave para conseguir a Moretti. — ¿De verdad? Bueno, no sabía. Que se le puede hacer... — Seguí pintando mis labios desinteresada. — ¿Cómo se atreve? — Susurraban otras en el baño. Por más que sentía que arruiné mi oportunidad de saber más, no me iba a mostrar angustiada frente a desconocidas. Tomé mis cosas y salí del baño con la frente en alto, sintiéndome intocable. Buscaba al hombre con la mirada pero al parecer se había marchado. "Seguro se fué con otra chica" Pensé, pero al ver el lugar donde bailé, había mucho dinero pero una paca de billetes en especial, la más grande, traía una nota. "Quiero verte de nuevo, mujer flama"






