El cambio en Diego ocurrió hace dos meses.
Julia, su amiga de la infancia, regresó a la Manada después de un tiempo estudiando fuera, y lo primero que hizo fue ir a verlo.
Diego me llevó a verla, presentándome como su pareja.
Desde ese momento noté que entre ellos no existían límites claros.
No le di demasiada importancia… hasta que Diego me dijo que Julia se quedaría en la Manada, como su asistente en los asuntos del territorio.
A partir de entonces, Diego empezó a pasar más y más tiempo “ocupado”. Cada vez trabajaba más horas, cada vez viajaba más.
Hasta que dejó de regresar a casa.
Recién anteayer, por lo que oí decir a los guardias, descubrí que durante todas esas salidas y horas extras… Diego siempre iba solo con Julia.
Fue ahí que entendí cuán cercanos se habían vuelto.
Después de que Diego rechazó celebrar el rito de marca conmigo, salí de su oficina aturdida. No había dado ni tres pasos cuando Julia se cruzó en mi camino.
Sonreía con arrogancia, los ojos llenos de malicia:
—¿Fiona? Tienes mala cara… ¿Peleaste con el Alfa Diego?
No quería entablar conversación con ella, así que la rodeé para seguir mi camino, pero ella insistió en alcanzarme:
—¿No sabías? Diego ya tiene bastante con lo de la disputa territorial entre la Manada Bosque y la manada enemiga. Y tú ahí, exigiéndole por una tontería más. Si no puedes ayudar, mejor quédate en casa tranquila y no le sumes más problemas.
Esbocé una leve sonrisa y sostuve su mirada con calma:
—Julia, fue gracias a mí que Diego logró formar la Manada Bosque. Tanto a Diego como a la manada, los conozco más que tú.
No esperaba que la siempre dócil Fiona le respondiera. Se quedó un momento en silencio, sorprendida.
Luego miró por encima de mi hombro, hacia alguien que se acercaba, y de pronto su expresión se volvió lastimera:
—Solo intentaba darte un consejo, Fiona. Si no te gustó, lo entiendo, no tengo que decir nada más. Pero no uses tu relación con Diego para aplastarme… ¿acaso quieres echarme?
—¿Quién quiere echarte?
La voz de Diego sonó detrás de mí. Se acercó con un tono frío y distante.
—Fiona, Julia aún es joven, acaba de empezar a hacerse cargo de los asuntos de la manada. Si te molestó algo que dijo, deberías ser más comprensiva. No puedes simplemente echarla así.
¿Joven?
Diego parecía olvidar que ella es solo tres meses menor que yo.
Sintiendo la amargura en el corazón, me froté los ojos enrojecidos y respiré hondo:
—Yo no he dicho que quiera echarla. Solo dije la verdad. La Manada Bosque es—
—¡Ya basta, Fiona!
Julia me interrumpió.
Con una mirada lastimera dirigida a Diego y los ojos a punto de romper en llanto, dijo:
—Sé que estás celosa porque malinterpretaste mi relación con Diego… pero créeme o no, solo somos amigos de toda la vida.
—Diego trabajó muy duro para fundar la Manada Bosque. Es el Alfa más increíble que he conocido. No puedes manchar todo lo que ha hecho solo porque me odias.
—¿Qué fue lo que dijiste, Fiona?
Vi a Diego fruncir apenas el entrecejo.
Julia también lo notó. Bajó la cabeza y tiró suavemente de la manga de su camisa, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por su rostro:
—No importa, Diego. No quiero ser la causa de tus discusiones. No culpes a Fiona por esto.
—Ya no tengo familia… estoy acostumbrada a estar sola, y cualquier manada es igual para mí.
—Si Fiona me odia tanto y le molesta que esté cerca, entonces me iré de la Manada Bosque.
—¡Julia, no digas tonterías! ¡Fiona no quiso decir eso!
La voz de Diego sonó apurada, cargada de una preocupación que no supo esconder. Una preocupación que no era por mí.
No pude evitar reír con amargura. Me di la vuelta y me fui sin mirar atrás.
Solo al llegar a casa descubrí que el rostro me estaba empapado de lágrimas.
En ese momento, sonó el celular. Era mamá.
—Cariño, ¿ya le contaste a Diego quién eres en realidad? La ceremonia de marca ya está confirmada para julio.
—Tu padre y yo siempre esperamos que encontraras un prometido que estuviera a la altura de nuestra familia, pero si tú de verdad elegiste a Diego, nosotros…
—Mamá.
Me limpié las lágrimas y la interrumpí.
—No habrá ningún rito de marca entre Diego y yo.