Capítulo 4
Acababa de arrullar a Julia para que se durmiera cuando Diego recibió un mensaje.

Había terminado hace dos días con las negociaciones para la alianza con la manada vecina, y estaba regresando a la Manada Bosque.

En el camino, Julia mencionó un punto turístico cercano y lo arrastró a verlo. Estaba distraída y casi cayó por un acantilado.

Después de que Diego la salvó, se aferró a él llorando de miedo, sin soltarlo, y eso retrasó todo.

Al amanecer, escuchó su celular vibrar y frunció el ceño: tenía miedo de despertar a Julia.

Pero al ver que era Fiona quien escribía, finalmente lo levantó.

—Diego, seamos nosotros.

Las cejas de Diego se fruncieron aún más. Intentó frotarse la sien, pero la mano que se alzó fue retenida por Julia:

—Diego...

Julia lo llamó dormida, pronunciando su nombre como un susurro inseguro.

La molestia en el rostro de Diego se transformó en ternura. Él alisó su cabello y le respondió en voz baja:

—Te llamo en un minuto, tú sigue durmiendo.

Cuando Julia cayó en un sueñ
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