El día de la fiesta llegó. Le había dicho a mi mamá que tenía la ropa perfecta y que se la enseñaría en el momento adecuado. Estaba frente al espejo acomodándome el vestido, era muy hermoso y quise usarlo ya que me lo había comprado Aarón, y él también asistiría. Muchas veces me pregunté ¿si el vestido no era muy exagerado para una fiesta de adolescentes? Pero quería sentirme bien conmigo misma, y la prenda lo conseguía.
—¿Ya estás lista? —preguntó mi madre al entrar a mi cuarto.
—Sí, ¿puedo usar maquillaje?
—Wow hija, luces demasiado preciosa y si, puedes usar solo un poco de maquillaje, te ayudaré con eso —Se sentó en frente mío y me aplicó un poco de sombras en los ojos y labial—. Aunque, siento que el vestido puede ayudarte a lucir mejor en otro tipo de eventos.
—Lo mismo pensé, pero veré a la persona quien me lo compró.
—¿Quién hija? Nunca nos lo quisiste decir.
—Aarón, fue quien me la dio, el otro día que fuimos a Policentro.
—¿Aarón? ¿El que todos conocemos?
—Sí, mamá. Él.
—Es