EPÍLOGO 1
Elisabeth
Me pongo un vestido negro de Dolce & Gabbana, ceñido en el escote y la cintura, pero con la falda un poco más vaporosa sobre las caderas. Me encanta cómo me queda: me hace sentir como una diosa, poderosa y absolutamente irresistible. Remato el conjunto con unos tacones de aguja que alargan mis piernas y me dan esa seguridad que tanto me gusta.
No tengo ni idea de quién viene a casa a cenar, pero cuando mi madre me ha dicho que me arregle asi que tiene que ser alguien importante.
En cuanto veo aparecer al imponente hombre lobo —pantalón negro, camisa negra que le queda como un maldito guante— todas las alarmas saltan en mi cabeza.
Mi padre, como siempre, está haciendo de las suyas… pero esto solo puede acabar en un ridículo monumental para todos.
—Buenas noches, Kevin —dice mi padre, sonriendo de oreja a oreja mientras le estrecha la mano a un Kevin que devuelve la sonrisa con una tranquilidad irritante.
Kevin desvía la mirada hacia mí y su sonrisa se vuelve aún más