Al día siguiente, en el hospital.
—Adrián, ¿nuestro bebé está bien? —preguntó Lilian, mirándolo con ojos llorosos.
Él la abrazó de inmediato, susurrando,
—El doctor dice que el bebé está perfectamente sano, no hubo ninguna consecuencia por el accidente de ayer.
Lilian se quedó en silencio un instante, luego sonrió dulcemente, aferrándose a su brazo,
—¡Qué alivio! Te vi tan serio, sin decir palabra… pensé que algo le había pasado a nuestro bebé.
Su voz se quebró.
Adrián la acarició suavemente, pero su mente estaba lejos de allí.
Una y otra vez, le venía la imagen de Susana bajo los escombros, mirándolo con esos ojos fríos.
Nunca antes ella lo había mirado así.
Frunció el ceño y revisó su teléfono. Ninguna respuesta.
Habían pasado más de diez horas desde su último mensaje.
Susana siempre acudía a él al instante. ¿Cómo se atrevía ahora a ignorarlo?
Su mala cara hizo que Lilian le preguntara,
—¿Qué ocurre? —preguntó con preocupación.
Adrián negó con la cabeza, sin explicaciones.
La acompañ