Al escuchar los desgarradores gritos de Lilian, Adrián ni siquiera frunció el ceño, su voz era fría como el hielo,
—Lilian, todo lo que estás viviendo ahora no es más que una fracción de lo que le hiciste a Susana ¿Te parece excesivo?
—Ah, y no te darán anestesia ni analgésicos esta vez. A partir de ahora, tu cuerpo jamás volverá a engendrar vida. Prepárate.
Después de unos segundos de silencio, Lilian comenzó a suplicar desesperadamente,
—¡Adrián… Adrián! ¡No puedes hacerme esto! ¡Deja en paz a nuestro hijo! ¡Ahhh!
Al escuchar aquel grito inesperado, un escalofrío me recorrió el cuerpo.
Adrián colgó el teléfono, pero siguió con esa sonrisa suplicante en el rostro.
Con la cara pálida como un fantasma, tomó mi mano y la apoyó en su mejilla,
—Susana, más tarde me harán llegar el video de la operación. Si quieres, puedo hacer que te envíen los restos feto muerto. Después de que lo veas con tus propios ojos, ¿podrías perdonarme un poco?
Aparté la mano que estaba manchada,
—¡Estás loco!
Él