Sintiendo que mi cuerpo se tensaba, Justin me abrazó con más fuerza.
—Adrián, sé quién eres, el esposo de Susana —sonrió mirándome con descaro—. ¿De verdad te fijaste en él? Ni siquiera compita conmigo.
Adrián sintió cómo el aire le faltaba, como si algo golpeara su pecho con fuerza. Sus ojos se clavaron en la mano de Justin posada en mi cintura. Si estuviera en su propio territorio, no dudaría en sacar su arma y atravesarla de un disparo.
Justin retiró la mano con calma.
—No me mires así, es de mala educación. Pero supongo que debería presentarme. Soy Justin.
Adrián, impecable en su traje, pero luciendo derrotado,
—¿Tú eres el huérfano que la familia de Susana acogió? Solo un mendigo… ¿con qué derecho te acercas a ella?
Justin alzó una ceja y se encogió de hombros, indiferente.
Yo fruncí el ceño.
—Adrián, no digas tonterías. ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que esta es propiedad privada? Podemos llamar a la policía ahora mismo.
Mi respuesta endureció su rostro. Me agarró la muñeca con viol