En el castillo del rey Drácula estaba su hermana Laila parada en medio patio perpleja porque había desaparecido su oponente, el rey de los licántropos. Nadie intervenía porque le temían y más cuando estaba transformada. Sin embargo, reconoció la energía y la tenue estela oscura que le pertenecía a su padre, eso le causó sorpresa, ya que su mente no procesaba los motivos de su padre para llevarse a Erick.
Optó por regresar a su habitación desapareciendo de la vista de los que estaban ahí. Ya adentro regresó a su estado normal y se vistió con ropa casual. Se acicaló el cabello y una de sus manos rozó el collar que llevaba puesto. Se vio con magia su reflejo y observó que le quedaba perfecto en su cuello, se la veía radiante. Una gran sonrisa en su rostro denotaba su satisfacción y en ese preciso instante recordó el candente beso con Erick y exclamo.
—Me gustó ese beso. ¡Maldita sea! Me volvió loca, casi caigo en su seducción.
Se alistó para ir a la empresa, pues tenía trabajo que hacer,