Elena también comparaba a Ignacio y Gonzalo con su padre, diciendo que el abuelo Armando prefería a los hijos ilegítimos. Desde pequeño, Mateo se resistía a complacer a los demás y a hacerlos felices. Si el cariño de alguien tenía que ser ganado, prefería no tenerlo.
—Mateo, ¡tú también eres mi hijo