Lisandro, con una mirada penetrante como un cuchillo, agarró de repente los hombros de Rocío, clavando sus ojos en ella de tal manera que detuvo su llanto, dejando solo lágrimas colgando de sus pestañas.
—Rocío, ¿ya olvidaste lo que te advertí? —preguntó Lisandro con una voz fría como el hielo.
Rocí