—Pero mamá no regresaba. Pensé en llamarte, pero el tío decía que era tu cumpleaños y que deberías disfrutar y relajarte con tus amigas.
—Felicia ha sido buena, esperando con el tío a que volvieras.
Ximena abrazó a Felicia y, con una sonrisa tímida, miró a Lisandro: —¿No me habías regalado Onagra? ¿Por qué ahora también rosas?
Lisandro, con una expresión juguetona, contestó: —¿Acaso no te gustan?
—¡Claro que sí! Solo me sorprende que me dieras dos ramos diferentes.
—Quería darte un detalle