Leonel dijo de inmediato:
—No nos quedemos aquí charlando. ¿Vamos abajo a descansar un poco?
—Claro —respondió Benicio, mientras tomaba la mano de Amanda para bajar juntos.
Leonel le lanzó una mirada a Silvina, y ella rápidamente lo entendió, adelantándose para alcanzarlos. Intentando imitar el gesto cariñoso de la pareja, deslizó su mano en la de Leonel de forma natural.
Leonel, muy satisfecho con esa iniciativa, le estrechó los dedos y bajaron juntos con calma.
Ya en la sala de recepción, el personal sirvió café y unos bocadillos.
Mientras Amanda y Leonel conversaban animadamente, Silvina se limitó a sonreír y a escuchar con atención, aunque en realidad no entendía ni le interesaba demasiado el tema.
Amanda, notando su silencio, la tomó de la mano con amabilidad y preguntó:
—Señora de Leonel, ¿qué suele hacer usted en su tiempo libre?
¿Tiempo libre? ¡Si apenas tenía tiempo para respirar! Cuando trabajaba, cada día salía con la luna y regresaba con las estrellas.
Pero ahora no podía