Capítulo 6

En el vestíbulo, sin embargo, Khalim se detuvo y Rose notó la boca seca al ver que estaban demasiado cerca el uno del otro. El vestíbulo era demasiado pequeño y si ella estiraba la mano, tocaría el rostro orgulloso y bello de él. Podría dibujar con sus dedos su mandíbula perfecta y sentir la zona dura de su barba. Rose tragó saliva.

Los ojos de Khalim brillaron. No se había equivocado. Ella sentía lo mismo que él. Ella lo deseaba. Khalim notaba la tensión provocada por el deseo reprimido en la rigidez de su forma de andar y también podía leerlo en la expresión indefensa de sus ojos o en el gesto de sus labios suaves.

-¿Dónde te gustaría ir?

-¿No has reservado mesa en ningún sitio? -preguntó Rose asombrada.

Había imaginado que él habría conseguido ya la mejor mesa en el mejor restaurante... y más teniendo en cuenta que el domingo era un día difícil para conseguir mesa sin reserva.

-No.

-Eso limitará mucho nuestras posibilidades.

-No lo creo. Yo nunca necesito reservar mesa -le explicó.
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