Capítulo 5

Pidió al criado que le preparara un baño de salsa y, una vez a solas, se quitó las prendas de seda. Su cuerpo era de color profundo de la madera y sus músculos, tan perfectos, que emanaban fuerza y poder.

Tenía un cuerpo esbelto y fuerte, aunque jamás había entrado en un gimnasio. Eso habría sido una ocupación demasiado narcisista para un hombre como Khalim. Pero la musculatura de sus piernas delataban que practicaba algún deporte.

Sí, montar a caballo era su afición favorita, y una de las mejores fuentes de relajación. Se sentía completamente libre cuando montaba a su querido Akhal-Teke por las llanuras saladas de Maraban, con la brisa cálida jugando con su cabello y la sensación de tener al maravilloso animal debajo de él.

Se tumbó entre las burbujas y trató de relajarse. Pero no lo consiguió por completo, ya que Rose Thomas y su belleza clara y dorada se le habían quedado profundamente grabadas en la mente. Notó cómo su cuerpo respondía a sus pensamientos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar su deseo. Algo que no le había pasado jamás...

¿Debería intentar cortejarla? ¿Debería seducirla, llevándole flores? ¿O quizá joyas? Se frotó pensativamente la barbilla. No había mujer en el mundo que se resistiera al atractivo de las piedras preciosas.

Esbozó una sonrisa y salió de la bañera circular. En su cuerpo perfecto, brillaron pequeñas gotas de agua como diamantes.

No tenía hambre. Esa noche trabajaría en algunos documentos de gobierno que había llevado consigo desde Maraban.

Se puso su túnica de seda de color granate y atravesó descalzo el enorme salón para entrar en el estudio adyacente, donde Philip estaba trabajando en el ordenador.

Alzó la vista al oír entrar a Khalim.

-¿Quiere algo, señor?

-Búscame la dirección de Rose Thomas. Ah, y también su lugar de trabajo.

A pesar de haberse dado un baño y de haber tomado una manzanilla, Rose durmió poco aquella noche. Especialmente si se tenía en cuenta que había trabajado mucho aquella semana y que había salido con Sabrina dos noches para celebrar su despedida de soltera.

Estuvo sin dormir mucho rato, dando vueltas en la cama y tratando de conciliar el sueño. Pero un par de ojos negros continuaban clavados en su confusa mente. Unos ojos que brillaban con la promesa silenciosa de darle un placer oculto.

Así que a la mañana siguiente se levantó tarde y se estaba vistiendo, cuando oyó que Lara llamaba excitada.

-¡Rose, ven deprisa!

-Enseguida voy -después de ponerse unos vaqueros viejos y una camiseta sencilla de color azul pálido, fue al salón, dónde Lara estaba mirando embobada el ramo de flores más grande que jamás había visto. Era un ramo de rosas amarillas con algunas florecillas azules. Notó su fragancia nada más entrar-. ¡Vaya! -exclamó sorprendida-. ¡Qué suerte! ¿Quién es tu admirador secreto?

-¡No son para mí, tonta! -gritó Lara, ligeramente celosa-. En la tarjeta está tu nombre. Mira -Rose tomó la tarjeta con manos temblorosas y una vaga sensación de fatalidad. A continuación, miró el sobre y vio su nombre, escrito a mano-. ¿Es que no vas a abrirlo? ¿No quieres sabe de quién son?

-Sé exactamente de quién son. Me las ha enviado Khalim.

-¡No puedes estar segura!

-Oh, claro que puedo -esbozó una sonrisa irónica-. Tengo algunos amigos encantadores, pero ninguno de ellos se gastaría tanto dinero en un ramo.

Sin embargo, la curiosidad hizo que abriera finalmente el sobre, para ver confirmadas sus sospechas.

El amarillo es por tu pelo, y el azul, por el zafiro de tus ojos. Te recogeré a mediodía: Khalim.

-¡Oh, Dios mío! ¡Qué romántico! -gritó Lara, mirando por encima del hombro de su amiga.

-¿Te parece romántico?

-A mí me volvería loca que un hombre me mandar un ramo así. ¡Y vaya blta más bonita! ¡Será mejor que hagas algo!

Pero Rose no la estaba escuchando.

-¡Qué descaro! ¿Cómo es tan arrogante de creer que me puede citar a una hora y que yo lo estaré esperando sentada como un cordero?

-Pero si no pensabas ir a ninguna parte hoy, ¿no? -preguntó Lara, completamente confundida.

-Ese no es el problema.

-¿Y cuál es el problema?

-¡El problema es que no quiero salir con él!

-¿No quieres? ¿De verdad?

Saber si era verdad que no quería era un asunto bastante complicado. Rose había hecho un esfuerzo muy grande para ser una mujer independiente y sentirse dueñ de sí misma... cualidades ambas que, sospechaba, Khalim vencería con su poderosa sensualidad.

-Una pequeña parte de mí sí quiere ir -confesó-, pero el resto no para de advertirme que él solo me traerá complicaciones.

Lara dio un suspiro profundo.

-¿Entonces qué vas a hacer? ¿Decírselo a la cara o fingir que estás fuera cuando llame? -se le iluminó la cara de repente-. Si quieres, puedo ir yo.

Rose no estaba preparada para los celos que la invadieron de repente.

-Estoy tratando de ser realista -dijo orgullosamente-, pero no soy ninguna cobarde. Si rechazo otra vez a Khalim, entonces se picará y no estoy preparada para ser bombardeada todo el tiempo con su encanto y sus trucos caros -aseguró-. Es el tipo de hombre que no está acostumbrado que lo rechacen. ¡Probablemente le pasó el día anterior por primera vez!

-¿Entonces qué vas a hacer?

Rose sintió un escalofrío al tomar la decisión.

-Iré -afirmó-, y lo convenceré de que no soy el tipo de mujer que él busca.

-¿Y qué tipo de mujer sería esa?

-¡Una concubina temporal! -contestó Rose-. Alguien que viva con él como si fuera su esposa hasta que él se canse y encuentre a otra.

-No parece que te caiga muy bien -dijo Lara.

Y ese era el problema, que a ella no le caía muy bien. Pero aún así, le gustaba un poco. Aunque, ¿cómo podía formarse una opinión sobre él si apenas lo conocía? Lo único que podía decir era que se sentía mal por un hombre que tenía un magnetismo animal que le era completamente desconocido.

-Voy a prepararme -añadió, mirándose los pantalones. Luego fue a su dormitorio a cambiarse.

En su trabajo, necesitaba llevar ropa elegante, así que tenía un ropero bien equipado. ¡De todos modos nunca había salido con un príncipe!

Cómo iba a ser una cita de día, eligió un traje sencillo, sin adornos, aunque eso sí, era el más caro que tenía. Se trataba de un vestido de lino de color azul pastel. Le daba un aspecto muy inglés y al abrocharse el último botón, se preguntó por qué lo habría elegido. Quizá para enfatizar el contraste entre su piel y pelo claros, y la belleza morena de él.

Se recogió el cabello en un trenza y se dio unos ligeros toques de maquillaje antes de escuchar el timbre de la puerta. Tomó aire profundamente para armarse de valor y esperando que eso pudiera calmar el latido de su corazón, salió a abrir la puerta.

Pero allí no estaba Khalim, sino un hombre muy moreno y vestido con un traje inmaculado. Sus ojos verdes brillaron divertidos al ver la expresión beligerante de ella.

-¿Señorita Thomas?

El hombre era elegante y tenía un rostro bastante atractivo. Era el tipo de hombre que, en circunstancias normales, habría hecho que el corazón de Rose se acelera. Pero aquellas no eras circunstancias normales, se recordó.

-Soy yo.

-El príncipe Khalim está esperándola en el coche. ¿Está usted lista?

-¿Y usted quién es?

-Me llamo Philip Caprice y soy su emisario.

-¿De verdad? ¿El príncipe ha dedicado que era mejor no venir él mismo?

-Es normal que me envíe a mí para recogerla -contestó Philip Caprice, ocultando una sonrisa.

-¡Pues para mí no es normal! Si ni siquiera se molesta en salir del coche, quizá sea tan amable de decirle que a mí no me apetece ir con él.

-Escuche...

Pero Rose hizo un gesto con la cabeza.

-Lo siento -dijo con firmeza-, sé que usted solo está haciendo su trabajo, pero la invitación de su jefe deja bastante que desear. Habría sido más educado que hubiera llamado para ver s qué hora me venía bien verlo, en ve, de anunciarse cómo lo ha hecho. Y si ahora no viene a buscarme, no me moveré de aquí.

Philip Caprice asintió y entornó los ojos como sopesando la situación.

-Iré a decírselo. ¿Puede dejar la puerta abierta?

-Claro, sería indignó para él tener que llamar al timbre, ¿verdad?

Pero Rose hizo lo que el hombre le pidió. Se quedó un momento allí, viéndole bajar las escaleras y luego entró en el salón, dónde Lara, que había estado escuchando todo, tenía en el rostro una expresión de fascinación y horror al mismo tiempo.

-Oh, Rose, ¡ya has metido la pata! Apuesto a que se marchará.

-Espero sinceramente que lo haga.

-¿De verdad? -dijo una voz aterciopelada detrás de ella.

Rose se dio la vuelta y allí estaba Khalim, con tal expresión en la mirada, que no habría sabido decir si estaba divertido o escandalizado.

-¡Pues sí! Sí, que lo esperaba -contestó ella.

Al ver el diferente aspecto que tenía ese día el hombre, tragó saliva. Sus ojos negros albergaban la misma promesa, pero no llevaba túnica.

En lugar de ella, llevaba un traje de color gris oscuro y de corte elegante. Un traje moderno con un cuello estilo mandarín, que resaltaba la perfección de su exótico rostro.

Sus hombros eran muy anchos, más de lo que ella recordaba, mientras que tenía unas caderas estrechas, propias de un atleta. Y las piernas... ¡Santo Dios! Esas piernas fjetrs y poderosas parecían no terminar nunca.

Rose abrió abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salieron.

-¿Quieres que me vaya?

-Creo que sería lo mejor -contestó ella con total franqueza.

-Pero te has arreglado para salir -observó él, admirando la elegancia de su vestido de lino.

-Sí, así es.

-¿Por qué tanto esfuerzo? .

-No ha sido un gran esfuerzo -se encogió de hombros-. ¡lo tardé cinco minutos en cambiarme!

-Me siento halagado.

Rose le lanzó una mirada de reproche.

-Estoy acostumbrada a que los hombres sean lo suficientemente corteses cómo para recogerme ellos mismos y no enviar a un sirviente.

-Philip no es un sirviente -replicó él con frialdad-. Es mi emisario.

-¡No discutamos ahora sobre terminología! ¿Por qué no has venido tú mismo?

Khalim dio un suspiro profundo. ¿Cuál sería la reacción de ella si le decía que nunca había tenido que hacerlo? Que durante toda su vida solo había tenido que hacer un chasquido con los dedos y la mujer que deseaba había acudido a su presencia de inmediato.

-Pero ahora estoy aquí -contestó con una humildad que nunca había tenido que utilizar. Porque sospechaba que Rose Thomas no estaba bromeando y si la enfadaba, sencillamente se negaría a ir con él. Y la deseaba tanto, que no podía pensar en tal posibilidad. Khalim se volvió hacia el otro lado de la habitación,dónde una mujer morena de pelo rizadols estaba mirando asombrada-. Hola, soy Khalim -se presentó él, haciendo un gesto con la cabeza.

A Rose le enfureció ver cómo Lara se deshacía, virtualmente, en un charquito. Pero, ¿quién podía culparla? Era impresionante tener delante a un hombre de su importancia y su físico espectacular.

-Ho... hola, yo soy Lara Black -balbuceó-. Encantada de conocerte, K... Khalim.

En cualquier momento, su compañera de piso se arrodillaría frente a él, pensó Rose- desesperadamente.

Al volverse, vio los ojos de Khalim clavados en ella.

-¿Nos vamos?

Rose sabía que era imposible dar marcha atrás, por mucho que deseara. Aunque, para su desgracia, se dio cuenta de que no quería. Lo cierto era que deseaba comer con aquel magnífico hombre. Comería con él para demostrarle que ella era igual que él y que no iba a rendirse ni a desmoronarse ante sus indudables encantos.

Sí, comerían juntos, pero eso sería todo.

-Muy bien -contestó ella en un tono de voz tan bajo como el de él.

Khalim esbozó una sonrisa, pero enseguida se dio cuenta de que todavía no había motivos para festejar nada. ¡Aquella fría aceptación de ella no había sido ninguna victoria! Pero en vez de sentirse irritado, se dio cuenta de que sus sentidos volvían a la vida mientes su sangra circaba de nuevo por sus venas a un ritmo vivo.

-Vamos entonces, Rose -dijo, haciéndole un gesto con la mano.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo