87. Despertar Juntos
El interior de la cabaña era exactamente lo que esperaba: rústico pero acogedor, con muebles de madera gastada y una chimenea de piedra que dominaba la sala principal. Sin embargo, el desorden era evidente por todas partes. Botellas vacías de whisky yacían desperdigadas por el suelo como soldados caídos, platos sucios se acumulaban en el pequeño fregadero, y ropa arrugada colgaba de las sillas como banderas de rendición.
Max se quedó parado en el centro de la habitación, observándome mientras evaluaba los daños. Había algo casi infantil en su postura, como si fuera un niño esperando ser regañado por el desastre que había creado.
—Ve a ducharte —le dije suavemente, señalando hacia lo que asumí debía ser el baño—. Tómate tu tiempo. Yo voy a preparar algo de cenar.
Él dudó por un momento, como si estuviera considerando protestar, pero finalmente asintió y se dirigió hacia el baño. Cuando escuché el sonido del agua corriendo, comencé mi propia misión de rescate: salvar esta cabaña del caos