87. Despertar Juntos
Jueves, cinco y quince de la tarde.
El interior de la cabaña es exactamente lo que esperaba: rústico pero acogedor, con muebles de madera gastada y una chimenea de piedra que domina la sala principal. Sin embargo, el desorden es evidente por todas partes. Botellas vacías de whisky yacen desperdigadas por el suelo como soldados caídos, platos sucios se acumulan en el pequeño fregadero, y ropa arrugada cuelga de las sillas como banderas de rendición.
Max se queda parado en el centro de la habitación, observándome mientras evalúo los daños. Hay algo casi infantil en su postura, como si fuera un niño esperando ser regañado por el desastre que ha creado.
—Ve a ducharte —le digo suavemente, señalando hacia lo que asumo debe ser el baño—. Tómate tu tiempo. Yo voy a preparar algo de cenar.
Él duda por un momento, como si estuviera considerando protestar, pero finalmente asiente y se dirige hacia el baño. Cuando escucho el sonido del agua corriendo, comienzo mi propia misión de rescate: salvar