15. Grietas en el Control
MAX
La taza de café se me cayó de las manos.
El líquido oscuro esparciéndose sobre la alfombra persa como una mancha de sangre.
Pero no me importó.
Porque Lorena no se movía.
—Lorena. —Mi voz sonó extraña, áspera—. Lorena, abre los ojos.
Nada.
Me arrodillé junto a la cama, tomando su muñeca. Su piel estaba fría, demasiado fría. Busqué su pulso con dedos temblorosos. Ahí. Débil, pero ahí.
—M****a. M****a, Lorena, despierta.
Le di palmadas suaves en las mejillas. Nada. Más fuertes. Nada.
Mi mirada cayó sobre las botellas vacías junto al minibar. Dos botellas de vino vacías. Y la botella de whisky de reserva que guardaba para ocasiones especiales, también vacía.
¿Cuánto había bebido? ¿Cuánto tiempo llevaba sin comer?
El pánico me atravesó como un cuchillo.
Saqué mi teléfono con manos que temblaban tanto que casi lo dejo caer. Marqué al Dr. Ruiz, el médico privado de la familia.
—Max, son las tres de la mañana...
—Emergencia. Mansión. Ahora. No preguntes, solo ven.
—¿Qué...?
—¡AHORA!
Colgu