15. Sombras en la Madrugada
La luna se filtraba a través de las cortinas entreabiertas del ala oeste, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de madera pulida. Su luz fría, impersonal, parecía burlarse de mi soledad, iluminando los rincones vacíos de la habitación con una indiferencia cruel. Era aterradoramente hermosa, como si la noche misma me estuviera observando, midiendo cada decisión, cada paso hacia el abismo en el que me encontraba.
Después de la confrontación con Max, me había refugiado en la quietud de mi habitación. La escena en el pasillo aún retumbaba en mi cabeza, las palabras cortantes y las miradas llenas de acusaciones. Mi cuerpo temblaba, y el orgullo que me había impulsado a resistirle ahora se sentía como un peso muerto, aplastando cualquier vestigio de tranquilidad. Cada victoria en esta guerra interminable traía consigo un costo que no podía ignorar. Pero, ¿qué otra opción tenía? ¿Seguir fingiendo este matrimonio roto, soportando las mentiras de Max, sus traiciones a medias?
Una mentir