Capítulo 5 - Fiesta

Miró fijamente el espejo.

Le costaba creer que aquella persona atractiva era ella. Se sentía hermosa, pero también un poco incómoda en su piel. Ya que ella era naturalmente tímida y no estaba acostumbrada a llamar la atención.

Se pasó las manos por el cabello nerviosamente y miró de nuevo su reflejo. Su cabello suelto y ligeramente ondulado caía sobre sus hombros con un brillo saludable y natural. Se veía suave al tacto y su aroma fresco y ligero la hacía sentir femenina.

Su maquillaje, también, la hizo sentir atractiva y segura de sí misma.

La persona que había contratado Leo para peinarla y maquillarla se había asegurado de realzar sus puntos fuertes y de resaltar su belleza natural, en lugar de tratar de ocultarla detrás de una máscara de maquillaje pesado. Con lo cual una base ligera, un poco de rubor y unos toques de brillo en los ojos habían sido suficientes para ella.

Mylene se miró de nuevo en el espejo, sonriendo ante lo que vio. A pesar de su timidez, se sintió cada vez más segura de sí misma y de su apariencia.

Entonces notó que aun faltaba algo. Tomó de encima de la mesa de noche una pequeña caja aterciopelada y la abrió, revelando el fino collar que Leo le había dado hace unas horas.

Por un lado, se sentía emocionada por tener algo tan hermoso, pero por otro lado, no estaba segura de si debía aceptarlo o no. Se preguntó si el rubio esperaba algo a cambio o si simplemente lo había comprado por cortesía.

Mientras se ponía el collar alrededor del cuello, sintió un calor en las mejillas y su corazón comenzó a latir con fuerza.

Se veía hermosa.

-Mylene, es hora de irnos, la limusina ya esta abajo esperando por nosotros. -dijo Leo desde la puerta de la habitación.

Mylene se giró para mirarlo, y no pudo evitar sentir una pequeña punzada de admiración al verlo con su traje azul marino y su cabello perfectamente peinado hacia atrás. Leo siempre había sido guapo, pero en ese momento parecía estar en otro nivel.

El traje le sentaba a la perfección, realzando su cuerpo atlético y musculoso. El azul marino hacía que sus ojos parecieran aún más intensos y profundos, mientras que su cabello peinado hacia atrás le daba un aire de elegancia y sofisticación.

Mylene enmudeció, incapaz de pronunciar palabras al verlo de esa manera, ya que ni siquiera el día de su boda se había presentado tan arreglado.

Pero no era la única que se había quedado sin palabras, ya que el rubio no había dicho nada desde que entro a la habitación.

Sentía que los ojos de Leo estaban fijos en ella, como si quisiera devorarla con la mirada. Podía ver el brillo de la lujuria en ellos. Era una sensación extraña, estar siendo observada de esa manera, pero Mylene no podía evitar sentirse halagada por el interés que el rubio estaba mostrando en ella.

Leo no hablaba, pero su lenguaje corporal hablaba por él. Su postura relajada pero poderosa, sus ojos que parecían brillar con intensidad y la manera en que se acercaba lentamente hacia ella, todo ello indicaba que estaba interesada en ella de una manera que hacía que se sintiera vulnerable.

A medida que se acercaba, Mylene pudo sentir su corazón latir cada vez más rápido, y cuando finalmente estuvo a su lado, sintió un cosquilleo en su estómago.

Sin embargo, justo en ese momento, Leo rompió el silencio.

-Tenemos que irnos. -dijo con voz profunda, sacando a Mylene de sus pensamientos.

-Claro. -atinó a decir, mientras sentía su cara roja por la vergüenza.

Mientras caminaban hacia la sala, Mylene no pudo evitar preguntarse qué había pasado con esa mirada intensa y seductora de Leo.

¿Había sido solo su imaginación?

La duda comenzó a hacer mella en ella y la hizo sentir insegura. Recordó que Leo era un playboy, acostumbrado a tener a cualquier mujer que quisiera. ¿Realmente estaba interesado en ella de esa manera?, ¿o simplemente estaba jugando?

Mylene se sentía confundida, pero no podía negar que quería pasar más tiempo con Leo. Y la fiesta podría ser una oportunidad perfecta para conocerlo mejor.

Con el corazón latiendo con fuerza y sin decir nada más, caminaron hasta la limusina.

El camino hacia el lugar había transcurrido con tranquilidad.

El vehículo se deslizaba suavemente por las calles iluminadas de la ciudad. Mylene miró por la ventana y vio las luces de los edificios altos reflejadas en el vidrio de la limusina. La música suave que sonaba en el fondo la hizo sentir más relajada, pero su mente estaba ocupada en otras cosas.

No recordaba a su abuelo, y solamente había visto a su padre en contadas ocasiones de su infancia. Por lo cual le asustaba un poco estar en el mismo lugar que ellos.

Sabía que su abuelo era un hombre estricto y autoritario, aparte de que su padre era un hombre de negocios ocupado, con lo cual apenas tenía tiempo para ella cuando era niña. 

A medida que se acercaban al lugar de la fiesta, Mylene comenzó a sentir la ansiedad aumentar en su interior. Pronto, la ciudad dio paso a carreteras más rurales y oscuras. En cuestión de un rato mas, llegaron al lugar.

La casa era impresionante, de estilo campestre pero con una sensación de lujo en cada detalle. La propiedad estaba rodeada de un hermoso jardín con fuentes y arbustos cuidadosamente recortados, y la fachada estaba iluminada con luces tenues que le daban un ambiente mágico.

La entrada estaba adornada con grandes estatuas de mármol, y un camino empedrado e iluminado conducía a la puerta principal. Mylene se quedó impresionada ante la belleza del lugar.

Cuando entraron al salón de la fiesta, Mylene quedó boquiabierta. Encontrándose con un gran salón de fiestas que parecía sacado de una película.

El techo estaba adornado con grandes candelabros que iluminaban todo el espacio, y las paredes estaban cubiertas de paneles de madera oscura que le daban un toque clásico y elegante.

La mesa de comida estaba llena de platos exquisitos y delicados, pero también había toques caseros como pasteles de carne y ensaladas frescas. Sin olvidar la mesa a su lado, el cual tenia a un encargado sirviendo una gran variedad de vinos.

El ambiente era elegante, pero también acogedor y cálido. Mylene estaba sorprendida por el lugar, pero también se sintió cómoda y bienvenida.

Además de la impresionante decoración, Mylene notó de inmediato que las personas allí presentes estaban vestidas con ropa elegante y de alta calidad. Se podía notar que muchos de ellos eran empresarios exitosos y destacados en la sociedad, con una actitud de confianza y seguridad en sí mismos.

Los hombres lucían trajes y corbatas, mientras que las mujeres llevaban vestidos de noche deslumbrantes y joyas caras. Era evidente que la fiesta estaba diseñada para ser una ocasión especial y memorable para todos los invitados.

Cuando Mylene y Leo entraron en la fiesta, fueron recibidos con una ovación de felicitaciones por su reciente matrimonio. Los invitados parecían felices y emocionados por la unión de la pareja, y la atmósfera de la fiesta se llenó de alegría y entusiasmo.

A pesar de la cálida bienvenida de los invitados, Mylene se sintió tímida y cohibida, sintiendo que no encajaba en ese ambiente sofisticado y elegante.

Se aferró a Leo, sintiéndose incómoda e insegura ante la multitud de personas desconocidas que la rodeaban.

Después de un rato el ambiente de la fiesta siguió como si nada, sin embargo, de repente, la música se detuvo y se hizo un silencio momentáneo. Dirigiendo la atención de todos los invitados a la entrada.

En ese momento, entraron dos hombres mayores, uno en una silla de ruedas y el otro ayudándolo a empujarla. Eran los abuelos de Leo y Mylene, quienes habían acordado el matrimonio de sus nietos y también eran los actuales dueños de sus respectivas compañías.

El abuelo de Leo, un hombre alto y corpulento, vestido con un traje oscuro, tenía un aire de autoridad y confianza en sí mismo, mientras que el abuelo de Mylene, un hombre más pequeño y delgado, vestía un traje gris claro y tenía una expresión amable en su rostro arrugado.

Leo caminó hacia ellos para saludarlos, mientras que Mylene se quedó un poco atrás, observando desde lejos. Ella prefería no llamar demasiado la atención y dejar que Leo maneje la situación, sintiéndose más cómoda en un segundo plano.

Después de unos momentos, el abuelo de Leo tomó la palabra.

-Sean bienvenidos todos los presentes. Como bien saben, nuestras compañías, al fin se han unido en una sola familia. Este matrimonio es un paso más hacia un futuro brillante y próspero para ambas empresas. -comenzó a hablar, con voz potente- Aún recuerdo el echo, de que si no fuese por Federico, King's Chocolate no fuese crecido de la manera en la que es hoy en día, y eso tengo que agradecérselo a la familia Anderson.

El abuelo de Leo siguió hablando acerca de la historia de las dos compañías. Contó la historia de cómo King's Chocolate comenzó como una pequeña tienda en la ciudad y cómo Federico, el patriarca de la familia Anderson, ayudó a la compañía.

Los ojos de ambos abuelos tenían un brillo especial al recordar el pasado con cariño, notándose el echo de lo cercanos que eran.

Mientras tanto los mesoneros comenzaron a caminar de un lado para otro, con copas de vino en las bandejas, las cuales todos comenzaron a agarrar, incluyéndola.

-Por eso quiero hacer un brindis especial a esta mujer tan hermosa que está al lado de mi nieto. Eres la luz de la vida de Leo y la nueva generación de nuestra familia. Tu presencia en este matrimonio marca el comienzo de una nueva era para la empresa y para nuestra familia.

Los invitados comenzaron a levantar sus copas en un brindis y a aplaudir con entusiasmo mientras Mylene se sonrojaba y se sentía tímida por toda la atención. Leo notó su incomodidad y se acercó a ella, tomándola de la mano y dándole un beso en la mejilla para confortarla.

Después del discurso del abuelo de leo, una mujer algo mayor se acerco hasta ellos con una expresión de felicidad, vistiendo un largo vestido verde. Con cabellos rubios y ojos azules que le recordaban a los de Leo.

-Felicidades hijo mío, lamento no haber podido asistir a la boda. -habló mientras le daba un fuerte abrazo a Leo, el cual él correspondió con una pequeña sonrisa.

-No te preocupes mamá. -dijo Leo, restándole importancia- Te presento a Mylene, ella es mi esposa.

-Un gusto cariño, espero conocerte mejor. -dijo la madre de Leo mientras extendía su mano hacia Mylene, quien se sentía nerviosa frente a ella.

-Es un placer conocerla. -habló, estrechándole la mano suavemente.

-Leo, cariño, ¿puedo hablar contigo un momento?

Leo asintió y se disculpo con Mylene, para después alejarse con su madre para hablar en privado.

Mylene entonces se quedo sola, pero no era algo que le importara. Camino un poco por el lugar, pero se sintió abrumada por tener a tantas personas de negocios a su alrededor, por lo que opto mejor ir hasta un extremo del salón y así alejarse de la multitud.

Aun le costaba sentirse cómoda entre tantas personas importantes, era abrumador pensar que a partir de ahora su vida seria de esta manera.

Soltó un pequeño grito al momento que perdió el equilibrio y se caía de bruces al piso. Aun no se acostumbraba a usar tacones tan altos.

-Eres una vergüenza. -escuchó la voz de un hombre hablarle con desprecio.

Y entonces se congeló, sin poder reaccionar. Su corazón comenzó a palpitar rápidamente mientras un miedo comenzaba a recorrerla de pies a cabeza.

Conocía esa voz.

-¿Acaso no te cansas de ser tan patética?, ¡levántate ahora mismo Mylene!

Mylene sintió un nudo en la garganta.

Claro, lo había olvidado, él también asistiría a la fiesta...

No esperaba encontrarse con su padre tan pronto...

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