Capítulo 4 - Vestido

Mas tarde, en la recepción del hotel, Mylene podía percibir como varias personas del lugar la miraban fijamente, y es que ella desentonaba por completo con el lugar. Llevaba un vestido floreado de algodón, además de unas sandalias cómodas y un bolso tejido a mano, con el cabello recogido en una trenza.

Por otro lado, Leo caminaba con confianza en su traje oscuro sin corbata, luciendo impecablemente atractivo. La camisa blanca tenia los primeros botones abiertos, logrando destacar su tez musculosa, mientras que la chaqueta entallada resaltaba su físico atlético y bien formado.

Sus ojos azules resaltaban detrás de sus gafas de sol, mientras que su cabello rubio estaba ligeramente desordenado, lo que le daba un aspecto juvenil y sofisticado al mismo tiempo.

-En marcha. -habló el rubio, sacándola de sus pensamientos.

El auto de Leo era un Lamborghini, de un negro intenso y brillante que resaltaba la elegancia y sofisticación del modelo. Los cristales oscuros de las ventanas le daban un aspecto misterioso y sofisticado, agregando un toque extra de exclusividad al ya lujoso auto.

La puerta se abrió hacia arriba, revelando el interior del vehículo iluminado con una luz azulada. Los asientos de cuero eran deportivos, con un diseño cómodo y envolvente que se ajustaba perfectamente al cuerpo.

Al ver el interior, Mylene quedó atónita. Nunca había estado en un auto tan lujoso antes y se sintió un poco incómoda al subir. Miró alrededor con asombro mientras se acomodaba en el asiento. 

No podía evitar sentir que no encajaba en ese mundo de elegancia y sofisticación. Pero a pesar de todo, trató de mantener la compostura y no demostrar su sorpresa.

Leo se acomodó en el asiento del conductor y arrancó el motor. El sonido potente y ronco del motor hizo vibrar el auto y Mylene se aferró al asiento con un poco de nerviosismo. Leo sonrió al ver su reacción y procedió a ponerse en marcha.

Mientras avanzaban por las calles de la ciudad, Mylene no podía evitar sentirse impresionada por todo lo que veía. Los edificios altos y modernos, las tiendas lujosas, los autos de lujo que pasaban a su lado. Era un mundo completamente ajeno a ella, y no podía evitar preguntarse cómo había llegado allí, en un mundo tan diferente al suyo.

El auto se desplazaba con fluidez, a pesar del tráfico de la ciudad. Mylene se aferraba al asiento mientras admiraba el paisaje urbano que pasaba a su lado. Las luces de los edificios se reflejaban en la carrocería del Lamborghini, creando un espectáculo de luces y sombras.

Leo notó la mirada asombrada de Mylene y le sonrió.

-¿Te gusta el auto? -preguntó. Mylene se volvió hacia él, todavía sorprendida.

-Es increíble. -dijo con una sonrisa tímida- Nunca había estado en un auto así antes.

Leo se rio suavemente.

-Bueno, es uno de mis favoritos. -dijo mientras cambiaba de carril con facilidad.

-¿Tienes otros?

-Claro que sí. -respondió Leo con una sonrisa-. Tengo varios autos que uso para diferentes ocasiones. Este es mi favorito para la ciudad, pero también tengo otro para la carretera y para ocasiones más formales. Pero este es especial. -dijo mientras apretaba ligeramente el acelerador y el auto respondía con un rugido emocionante.

Mylene se aferró nuevamente al asiento, pero esta vez con una sonrisa divertida en su rostro. Aunque se sintiera fuera de lugar en ese mundo de lujos y excesos, no podría evitar sentirse atraída.

Al entrar en la tienda, la dependiente reconoció a Leo inmediatamente y se acercó a él con una sonrisa coqueta. Mylene notó el gesto y sintió una punzada de celos, aunque sabía que no tenía razón para sentirse así.

 -¡Sr. King! ¿Cómo está? -dijo con una voz seductora. Leo se giró hacia ella y le devolvió la sonrisa ligeramente.

-Estoy bien, gracias. -respondió educadamente- Solo estamos aquí para comprar un vestido.

-Oh, ¿y para quién es el vestido?

-Es para mí. -respondió Mylene tímidamente, haciendo notar su presencia.

La dependienta la miró de pies a cabeza, un poco confundida.

-No lo entiendo, ¿es esto una broma Sr. King?

-No, no lo es. -respondió Leo con una voz cortante- Mi esposa necesita un vestido para esta noche y estamos aquí para comprarlo. ¿Algo más que necesita saber?

La dependienta se sorprendió al escuchar aquello y se disculpó rápidamente, para después alejarse apenada.

Leo se acercó a Mylene y le tomó suavemente la mano, como si quisiera asegurarse de que estaba bien después del comentario de la dependienta. Mylene se sintió reconfortada por el gesto y sonrió tímidamente.

-Lo siento por eso. -dijo en un tono suave- Ella no debería haberte tratado así. -Mylene le sonrió y le apretó la mano en respuesta-¿Quieres ir a otro lugar?

-Está bien, no te preocupes.

Leo asintió.

-Disculpe la anterior escena, señor King. Permítame guiarlo al área de vestidos. -habló un dependiente distinto a la chica anterior, invitando a Mylene a seguirlo.

-Ve con él, tengo que hacer una llamada.

Mylene asintió y se dispuso a seguir al empleado, mientras Leo se alejaba para hacer su llamada de negocios. 

La tienda estaba llena de vestidos de ensueño de todas las formas y colores imaginables. El empleado la llevó a una sección con vestidos elegantes y sofisticados, y empezó a mostrarle algunos diseños que podrían ajustarse a lo que ella estaba buscando.

Mylene se sorprendió al darse cuenta de que ella no tenía ni idea de lo que quería en un vestido. El dependiente notó su indecisión y le ofreció su ayuda.

-¿Qué tipo de evento es, señorita? Tal vez pueda ayudarla a encontrar el vestido perfecto.

-Es una fiesta, irán personas importante. -respondió Mylene tímidamente, sin dar muchos detalles.

-¡Oh! Entonces definitivamente necesita algo elegante y sofisticado. ¿Qué tal este vestido negro con pedrería?

Mylene lo miró y se sintió atraída por el brillo de las piedras preciosas, pero sentía que era muy llamativo para alguien como ella.

El dependiente notó la indecisión en el rostro de Mylene y decidió ofrecer otras opciones. La llevó a una sección de vestidos más sutiles y la ayudó a seleccionar algunos modelos que podrían ser de su agrado.

Mylene se probó varios vestidos y finalmente encontró uno que le gustó: un vestido largo de color champán con detalles de encaje y un escote sutil en forma de corazón. Se sintió cómoda y elegante a la vez, y sabía que sería perfecta para la fiesta.

El dependiente también le sugirió unos zapatos a juego, y aunque le intimidaban los 12 cm de altura del tacón, quería dar una buena impresión esta noche. Por lo que acepto sin siquiera probárselos.

Ya tenia el atuendo adecuado, por lo que salió del área y fue hasta la entrada en busca de Leo, encontrándolo sentado en un sillón de la recepción del lugar, aun hablando por teléfono.

No quería interrumpirlo así que se dedico a caminar por el lugar. Desde que entro le había llamado la atención un mostrador, el cual al acercarse se sorprendió al ver las hermosas piezas de joyería que había allí. 

Había collares de diversos tamaños y materiales, algunos con colgantes de diamantes, otros con zafiros y rubíes. También había pendientes de perlas en diferentes tonalidades, desde el clásico blanco hasta el rosa pálido. Las pulseras eran de oro blanco y amarillo, algunas decoradas con diamantes y otras con motivos florales.

Pero lo que más le llamo la atención era un collar que se encontraba en el extremo del mostrador, tenia un fina cadena de oro, que terminaba en un pequeño dije en forma de lagrima azul, siendo éste el tono exacto de los ojos de Leo.

-¿Le interesa algo señorita? -comentó una chica, que al parecer se encargaba del lugar.

-N-no, gracias. Solamente estaba viendo. -respondió Mylene rápidamente.

En ese momento, Mylene escuchó la voz de Leo detrás de ella.

-¿Qué estás viendo? -preguntó Leo, quien se había acercado sin que ella se diera cuenta.

-Le preguntaba a la señorita si quería algo en particular. -respondió la dependiente.

-Es cierto, deberías tener algo que valla a juego con el vestido. -comentó el rubio mientras inspeccionaba la joyería con la mirada.

-Puedo mostrarles unos diamantes y rubíes que nos llegaron hace poco. -dijo la empleada mientras se disponía a sacar las piezas.

-No, la verdad... -comenzó a hablar casi susurrando Mylene, sin animarse a terminar la frase, ya que no se sentía en posición de estar escogiendo o exigiendo.

-¿Y, te gustó algo en particular? -preguntó Leo con curiosidad, ya que había notado la actitud de Mylene.

Mylene se sonrojó ante la pregunta de Leo y bajó la mirada tímidamente. No estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Por lo cual solamente señaló el collar con el pendiente.

Leo se acercó al mostrador y examinó el collar con atención. Era el mas barato de todos, y no era nada llamativo.

-¿Segura?, el dinero no es un problema. -comentó Leo, tratando de asegurarse de que Mylene estuviera contenta con su elección. 

-Sí, es el que más me gustó. -respondió Mylene en un susurro, sin atreverse a mirar directamente a los ojos del rubio.

Leo asintió con la cabeza y se volvió hacia la dependiente. 

-Añada ese collar junto a las otras cosas que compramos y que lo envíen a mi casa.

Mylene entonces lo miró confundida.

-Pensé que seria en el hotel donde estábamos.

-Hubo un cambio de planes, el salón de fiestas del hotel no estará disponible para esta noche. Pero ya se encontró un nuevo lugar por lo que no habrá problema. -dijo mientras revisaba su reloj- Es mejor que nos vallamos, aun quedan algunas cosas por hacer.

-¿Falta otra cosa? -preguntó Mylene confundida.

-Mylene, solamente trajiste una maleta, estoy seguro que esa cantidad de ropa no te durara todo el tiempo que estemos juntos. Aparte, no tienes teléfono, no tendré como mantenerme en contacto contigo.

La castaña bajo la cabeza, apenada, ciertamente tenia razón.

-Me avergüenza el echo de que tenga que gastar tanto dinero en mi. -dijo con voz baja.

Leo se acercó a Mylene y le levantó la barbilla para que pudiera mirarlo directamente a los ojos.

-No tienes por qué avergonzarte, Mylene. Somos un matrimonio ahora. Además, no te preocupes por el dinero. Tengo suficiente para cubrir nuestros gastos.

Mylene se ruborizó ante el comentario de Leo y le sonrió tímidamente.

-Gracias. -agradeció.

Después de eso simplemente salieron del lugar y empezaron su recorrido por varias tiendas, al cabo de unas pocas horas ya tenían todo lo necesario, por lo que su rumbo cambio por fin hasta donde seria a partir de ahora su nuevo hogar.

Cuando llegaron al edificio donde estaba el apartamento de Leo, Mylene no podía dejar de mirar hacia arriba. El edificio era impresionante, con un diseño moderno. Era un edificio alto, con tantos pisos que no sabría decir cuantos eran.

Finalmente, llegaron a la puerta del apartamento de Leo. Era grande y pesada, y estaba hecha de madera oscura. Cuando Leo la abrió, Mylene se encontró en una sala de estar espaciosa y lujosa, con grandes ventanales panorámicos que ofrecían vistas impresionantes de la ciudad. Los sofás de cuero negro eran cómodos y elegantes, y la decoración moderna y minimalista.

pero también se sintió un poco tímida e insegura en un lugar tan ostentoso. Se preguntaba si estaba a la altura de todo esto.

-¿Donde dormiré? -preguntó, los sillones eran espaciosos, pero no sabia si el material seria lo suficientemente cómodo para dormir diariamente ahí.

Leo miró a Mylene y le sonrió con picardía.

-Bueno, mi dulce esposa, dormirás conmigo en mi habitación. -dijo con una voz coqueta, mientras que tomaba su mano y la guiaba hasta la pieza.

Mylene sabía que su matrimonio era de conveniencia, pero en ese momento, se permitió pensar que tal vez podría ser algo más. Tal vez Leo también sentía lo mismo, o tal vez solo estaba jugando su papel de marido.

Lo que no esperaba era que el siguiente evento marcaría su corazón irreversiblemente; la fiesta de presentación estaba a unas horas de distancia, y Mylene no podía evitar sentir una sensación extraña en el estómago. No sabía si era emoción o ansiedad, pero estaba segura de que algo iba a cambiar en su vida después de esa noche.

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