Matrimonio con sabor a Chocolate
Matrimonio con sabor a Chocolate
Por: Mariel Kuran
Capítulo 1 - Matrimonio

Miró una última vez la foto de la chica, detallándola un poco: piel clara, cabellos rubios y ojos verdes, una belleza se mirara por donde se mirara. Pero eso no le importaba en lo más mínimo.

Leo estaba molesto y aburrido por tener que casarse con alguien que no conocía y no le importaba en absoluto. Y es que todo esto era un matrimonio por conveniencia, un acuerdo entre sus familias para fortalecer sus negocios.

Escuchó unos golpes en la puerta que lo llamaban, así que dejó la fotografía en la mesa que tenía a su lado y se levantó el sillón para abrir la puerta. Era Rick, su padrino de honor, quien lo llamaba.

-Oye amigo, te estamos esperando -habló Rick con una pequeña risa. - ¿Nervioso? -preguntó con algo de burla en su tono mientras le acomodaba la corbata roja de su elegante traje de boda color negro.

-Para nada. -dijo Leo de manera cortante mientras pasaba a su lado y comenzaban a caminar por el largo pasillo. Después de unos momentos, llegaron a unas grandes puertas de madera.

-Hoy es tu día, y aunque no podrás acompañarme mas a las fiestas, podrás tener toda la diversión que quieras en tu propia boda. -comentó su amigo, tratando de poner de buen humor a Leo, ya que sabia que no estaba cómodo toda esta situación.

Leo solo lo miró con desdén. No tenía ningún interés en divertirse en su propia boda. Preferiría estar en cualquier otro lugar, como en una fiesta con su amigo Rick, en lugar de estar casado con una mujer que no conocía y que solo estaba allí por un acuerdo entre sus familias.

Las puertas de la iglesia se abrieron y pudo observar como algunos familiares y miembros de la empresa estaban allí, caminó sin prestar atención al lugar y se posicionó en el lugar donde debería ir el novio y simplemente espero a que todo terminara rápido. 

Después de unos cuantos minutos las puertas se volvieron a abrir, dando entrada a la gran esperada novia.

Su novia específicamente, y futura esposa.

A medida que la novia avanzaba hacia el altar pudo notar como el vestido de la chica era realmente impresionante. Era un vestido de corte princesa con un corpiño ajustado que resaltaba su figura, y una falda amplia y majestuosa que caía hasta el suelo. Estaba hecho de una tela suave y delicada, con hermosos detalles de encaje y pedrería en todo el corpiño y la falda.

Llevaba un velo largo y espeso que cubría por completo, haciéndosele muy difícil ver su rostro. A pesar de llevar zapatos de tacón bajo, la novia parecía no estar muy acostumbrada a caminar con ellos, y en ocasiones tropezaba un poco.

Pero pese a ello logro llegar a su lado y así dar inicio a la ceremonia.

Durante la cual siguió aburrido y en sus pensamientos, sin embargo notó que la chica parecía quizás mas nerviosa de lo que se esperaba. Él siempre había sido alguien apuesto y acomodado económicamente por lo cual pensó que ella quizás se le abalanzaría encima o algo parecido.

Pero parecía de piedra, y podía ver como estaba inclusive temblando un poco. Estuvo tan abstraído en su divagación que no notó como rápidamente ya estaban en la parte importante de la boda, llamando la voz del padre su atención.

-Puedes besar a la novia. -habló el sacerdote.

Suspiró resignado y rodó un poco los ojos. Estaba seguro de que estaba cometiendo el peor error de su vida, pero ya no había marchado atrás. Quiso terminar rápidamente con la situación y procedió a levantar el velo de la chica.

Fue entonces cuando se percató de que la mujer frente a él era una completa desconocida, literalmente hablando. Tenía el pelo largo y castaño, y unos ojos oscuros que lo miraban con una expresión de miedo y expectativa.

-¿Pero qué? -​​susurró más para sí mismo. Ella no era Irene, la chica con la que él y su familia habían acordado casarse.

Por otro lado la castaña estaba sin poder pronunciar o decir una sola palabra, con lo cual solamente sostuvo el ramo de rosas fuertemente.

El sacerdote carraspeó, llamando su atención.

-¿Ocurre algo? -preguntó con una ceja levantada.

La chica por fin reunió valor y estaba a punto de responder que todo había sido una equivocación, pero Leo se le adelanto.

-No padre, todo esta bien, solamente me quede embobado por la belleza de mi novia. -dijo mientras procedía a tomar el mentón de la chica y acercarse para darle un beso en los labios.

La castaña abrió enormemente los ojos, sintiéndose completamente confundida y perdida en la situación. No sabía cómo había llegado a ese punto, pero sintió que ya no había marcha atrás.

Finalmente, la ceremonia terminó y los novios salieron de la iglesia, rodeados de familiares y conocidos del chico que lo felicitaban y abrazaban, a lo cual Leo solamente correspondía con monótonas palabras.

La chica por otro lado iba unos cuantos pasos detrás de el, sintiéndose muy incomoda por toda la situación ya que familiares del chico la felicitaban a ella también.

Pese a todo el ruido alrededor el rubio podía escuchar como algunas personas cuchicheaban entre ellos sobre el motivo por el cual no había presente ningún familiar de la chica, y ahora que lo pensaba bien tenían razón, ya que a su alrededor solamente habían personas que compartían su apellido o que trabajaban con su familia.

Rick se acerco a el y lo felicito dándole un fuerte abrazo, el cual correspondió con una media sonrisa. No prestó mucha atención a todos los presentes y se acerco a su ahora esposa, la cual aun seguía sin pronunciar alguna palabra, tomó su mano y comenzó a caminar para que lo siguiera.

Una limusina los estaba esperando para ir hasta la recepción de la boda, por lo que instó a que la chica entrara junto con el. Después de todo tenia muchas cosas que preguntarle.

Aunque había un silencio en el ambiente y la chica parecía una piedra por la incomodidad, Leo no sentía lo mismo, ciertamente no era la chica con la que había acordado casarse, pero no era algo que le importaba. Lo que si le molestaba era el echo de que lo hubiesen engañado.

-Así que habla, ¿Quién carajos eres tu? -preguntó mientras se aflojaba la corbata y abría los botones de su chaqueta.

La chica se encogió sobre si misma y bajó aun mas la mirada.

-Y-yo soy Mylene, señor. -dijo mientras lo miraba por fin a los ojos, a lo que Leo levanto una ceja.

-¿Si quiera eres de los Anderson?

-Si señor, soy la hija del Señor Franco.

-¿Tienes alguna identificación que lo pruebe? 

-No señor, todas mis pertenencias fueron enviadas a la habitación del Hotel.

Leo entonces buscó una de las copas de champagne que estaban previamente listas para ellos y le dio un trago, sintiendo el liquido burbujeante pasar por su garganta.

-¿Eres mayor de edad verdad?

-Si señor, tengo 21 años.

-Deja de decirme señor.

-¿Uh? -preguntó extrañada Mylene, viendo como Leo se terminaba de tomar la bebida alcohólica y se servía otro poco mas de la botella que se encontraba en un cubo con hielo.

-Ahora eres mi esposa, así que se vería raro que andes por ahí diciéndome señor.

-¿Entonces como debo de decirle?

-Leo, solamente dime leo. -dijo mientras se detenía un momento a pensar-. También necesito saber, ¿Qué carajos pasó con Irene?

-Irene es mi hermana mayor, ella no quería este matrimonio, y aunque el señor Franco pareció persuadirla al final no quiso casarse, y me obligo a que viniera a la boda en su lugar. -dijo mientras un rubor comenzaba a aparecer en sus mejillas debido a la vergüenza de toda la situación.

Leo por otra parte la miró fijamente, haciendo que sus ojos azules pusieran algo incomoda a la chica, divirtiéndole aquello.

Sinceramente le daba igual todo aquello, simplemente tenia que casarse con la hija de Franco Anderson y eso había echo, de todos modos no es como si tuviese que serle fiel o algo parecido. El echo de casarse no iba a hacer que dejara de salir de fiesta o tuviera alguna que otra aventura.

Dirigió la vista hasta Mylene y pudo notar como se sentía algo incomoda con el vestido puesto, seguramente no estaba acostumbrada a usar algo tan ostentoso, por lo cual apretó el botón del comunicador del chofer.

-Cambia el curso y dirígete hasta el hotel directamente, dile a mi secretaria que informe que no iremos a la recepción. Estoy seguro que el abuelo y mis padres estarán contentos porque inicie lo mas pronto posible mi noche de bodas.

-Entendido señor. -respondió sin mas el chofer.

-¿Noche de Bodas? -preguntó extrañada Mylene, a lo que Leo simplemente le devolvió la mirada con una pequeña sonrisa picara.

-¿Que pasa conejita, estas asustada? -habló mientras colocaba a su lado la copa ya vacía y se levantaba del asiento para acercarse hasta ella, estando a tan solo unos centímetros de distancia-. Eres mi esposa ahora, así que es normal que tu y yo nos acostemos hoy. -comentó mientras que sostenía su mentón y delineaba con su pulgar delicadamente el labio inferior de la chica.

Mylene se sintió nerviosa con el acercamiento de Leo. No estaba segura de lo que había firmado al casarse con él, pero es estaba segura que esto apenas estaba comenzando.

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