Íbamos a mitad de camino por la carretera cuando Nicolás frenó de golpe, se estacionó a un costado y se volteó hacia mí. La adrenalina de la huida aún no me había hecho reaccionar de todo lo que había pasado hace tan solo un momento.
Tomó mi rostro con delicadeza y lo giró hacia él, examinándolo por todos sus lados, luego mis brazos y mi cuerpo entero.
-Debemos ir a una clínica- exclamó seriamente- se te está comenzando a poner morado el golpe. ¿Te hizo daño en alguna otra parte?- preguntó con ira en su voz.
-No- negué- y es nada- dije disminuyendo el problema
-Si lo es
-Deberíamos ir por el golpe que tienes en la frente- le indiqué- aún está abierta la herida.
-He tenido peores- dijo sin importancia
Levanté una ceja y me crucé de brazos
-voy a dejar que me atiendan si vos también te dejas-
Él me miró cansado, sabía que no iba a ganar esta pelea
-Está bien.- cedió resignado.
-No quiero ir al hospital mami- dijo mi niño desde el asiento de atrás, asustado.
Yo me giré hacia él.
-Tr