Carla saludó a su niño que estaba en la punta del tobogán a punto de lanzarse.
-¡Mira mami como caigo!- gritó
-¡Te veo hijo!
El niño se deslizó y ella aplaudió efusivamente, luego el niño corrió para subirse nuevamente, amaba los momentos simples como estos, eran los que llevaría por siempre con ella.
-Parece que nuestros niños son amigos- habló una voz femenina que se sentó al lado suyo en el banco del parque. Carla primero miró a su pequeño que ahora jugaba con otro niño de su edad y luego miró a su madre, una mujer mucho más joven que ella con el pelo negro como la noche. Carla no pudo evitar recordarse a sí misma en su juventud.
-Así parece- sonrió la castaña- Es bueno que tenga amigos.
-Sí, el mío suele ser muy tímido- sonrió melancólica la mujer, luego miró el carrito de bebé y se asomó curiosa- Que hermosa bebé- Sonrió con un brillo en sus ojos
-Se llama Emma- respondió orgullosa la joven madre
-¿Puedo?- Preguntó tímidamente la mujer y Carla no pudo negarle que la alzara, sabía