Cuando comprobaron que Nicolás estaba estable lo pasaron a una habitación común, donde su familia lo pudo ir a visitar mientras aguardaban a que recuperara la conciencia.
La primera vez que abrió los ojos, el joven mafioso se sintió perdido, no tenía idea de donde estaba y qué había pasado. Como si los recuerdos de los últimos días los hubiera reprimido en su subconsciente, cómo si su mente quisiera protegerlo.
-Mi amor…- escuchó al lado suyo y giró su rostro hacia donde venía la voz, encontrándose con su mujer sentada al lado de la camilla sonriendo ampliamente y con lágrimas en los ojos.
Abrió la boca y la cerró, tratando de decir algo, pero le dolió, sintió un dolor punzante en la garganta, pero no pudo levantar los brazos y tocarse.
-Está bien mi amor, no es necesario que hables- dijo su mujer, que puso su mano cálida sobre la suya- has estado varios días inconsciente es normal que al principio cueste.
Pero él igual quería hablar, así que luego de varios intentos por fin lo co