Evan esperaba pacientemente en el interior de su coche, observando el reloj con creciente inquietud. Su esposa no había regresado como le había prometido, y la preocupación comenzó a apoderarse de él. Tras unos segundos más de duda, salió del vehículo con decisión. Algo no estaba bien.
El frío del pasillo del edificio lo recibió mientras caminaba hacia el mostrador principal. La mujer detrás de la recepción levantó la vista y su rostro se iluminó al instante. No era todos los días que tenía frente a ella al renombrado Evan Bourousis, el arquitecto más solicitado de la ciudad.
—Disculpe, ¿ha visto a mi esposa? Es una mujer castaña, lleva ropa casual —preguntó con tono firme, aunque sin perder la cortesía.
La recepcionista asintió rápidamente, aún algo embelesada por su presencia.
—Ha subido junto con una residente del edificio —respondió sin titubeos, incluso indicándole el número del departamento sin que él lo pidiera.
Evan agradeció con una inclinación leve de cabeza, ignorando la so