Capítulo 61. Promesas de guerra.
Guillermo salió de la presencia de Stella sintiéndose frustrado, porque no encontraba la manera de convencerla de que las cosas no eran así como ella estaba pensando.
Decidió ahora buscar la manera de poder acercarse a su hijo, por eso se dirigió a la guardería donde estudiaba. A lo lejos vio cómo Andrea recogiéndolo.
Matías corría feliz hacia ella, ajeno a las tensiones que rodeaban su existencia. Guillermo sintió un nudo en el pecho. Había evitado confrontar a Andrea por este asunto demasiado tiempo, pero sabía que ya no podía posponerlo. Tenía que luchar por su hijo.
Se acercó lentamente, sus pasos firmes, pero su corazón martillando en su pecho.
—Andrea, necesitamos hablar —dijo, su voz seria, pero contenida con la mirada fija en el pequeño que lo miraba fijamente.
Andrea lo miró con una mezcla de desdén y falsa sorpresa. Levantó la barbilla, ajustando su bolso mientras tomaba la mano de Matías.
—No hay nada que discutir, Guillermo. Tú tomaste tus decisiones, y yo tomé las mías —