20. Rugido contenido
“Soy una idiota” pensó Lana.
Una idiota por permitir que todo llegara tan lejos.
Por pensar, aunque fuera por un segundo, que Eryx podía verla de verdad. Por sentirse… deseada. Válida.
El recuerdo de su cuerpo contra la pared, de sus labios en su cuello, de sus manos apretando sus caderas con fuerza, todo eso ahora le quemaba. Como si su cuerpo hubiera sido maldecido por ese beso.
Nunca nadie la había tocado de esa manera porque ella no lo había permitido, entonces ¿Por qué con Eryx había sido tan sencillo?
Como si de alguna manera pensara que le perteneciera.
Después de que lo vio irse, Lana caminó por la zona intentando ordenar sus pensamientos o aquel temblor de sus piernas. Pero no estaba sola, se detuvo en seco cuando lo notó.
De entre las sombras surgieron varias hembras.
Nina al frente con su sonrisa venenosa, seguida por otras que siempre la acompañaban.
—Mira quién anda sola —dijo Nina su voz impregnada de veneno—. La favorita del Alfa.
Lana retrocedió un paso, la desconfian