134. Nadie puede compararse a ti
En vez de acobardarse dio un paso adelante, incluso aunque por dentro temblaba.
—¿O qué? —se atrevió a decir—. ¿Vas a matarme por decir la verdad?
Eryx inhaló intentando controlar a su lobo que clamaba por su sangre y la de cualquiera que se atreviera a hablarle de esa forma a su hembra y a sus cachorros.
—No —respondió—. Eso sería fácil.
Giró apenas el rostro, sin dejar de bloquear a Lana y sus ojos verdes recorrieron a los Alfas presentes uno por uno.
—Escuchen bien —ordenó—. Porque no voy a repetirlo.
El salón entero quedó rígido.
—La próxima vez que alguien use la palabra Omega como insulto —continuó—. Le arrancaré todo lo que creen que los hace poderosos, las alianzas, su nombre, el respeto, territorios.
Volvió a clavar la mirada en la hembra.
—Y tú... —dio un paso más, tan cerca que ella tuvo que alzar el mentón para sostenerle la mirada—. Mírala bien porque esta hembra sobrevivió a cosas que te habrían roto en dos. Nadie como tú va a cuestionarme, yo la elegí, no por debilidad