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Capitulo 3: El Viaje Hacia la Manada Libre (Parte 1)

Un momento después, sintió una mano sobre su hombro.

Lía se giró de un salto, con el corazón en la garganta.

Allí estaba él, el hombre de los ojos ardientes. Tenía una espada manchada de sangre en una mano. Su rostro estaba sombrío.

"Estás herida," dijo, señalando el cuello de Lía.

Ella se tocó instintivamente la base de su cuello. La Marca Rota de Aiden, esa cicatriz ardiente, se sentía como si un carbón caliente la quemara.

"No es mío," susurró Lía, la verdad más dolorosa que había pronunciado en su vida. "Es el rechazo de mi pareja”

El hombre la miró fijamente, con sus ojos ámbar desbordando una extraña mezcla de piedad y rabia, el no se apartó, no la miró con lástima, solo la vio.

"Qué idiota," murmuró el hombre, guardando su espada, se arrodilló junto al Alfa herido. "¿Quién eres tú?"

"Lía," dijo ella. "Soy de Luna Roja."

"Soy Ethan," respondió el hombre de ojos ámbar, sin decir de qué manada venía. No importaba.

Ethan la miró. "Lía de Luna Roja, escucha, los Guerreros Oscuros no atacan por casualidad, quieren a este Alfa, eres la única que sabe lo que ha pasado, no podemos llevarlo a tu manada, no todavía, lo llevaré al territorio de los lobos libres, donde estará seguro, necesito que vengas conmigo."

Lía se quedó paralizada. ¿Irse? Acababa de huir de su manada, de su pasado, pero el futuro con Ethan y el Alfa caído, olía a peligro real, no solo a dolor emocional, olía a una conspiración mucho más grande.

Su corazón latía una última pregunta: ¿A dónde más podía ir?

"Bien," dijo Lía, su voz ahora firme, aunque temblorosa. "Iré contigo, Ethan. Pero, ¿quién es él? ¿A quién acabamos de salvar?"

Ethan se inclinó para cargar al Alfa herido sobre su hombro, y sus ojos ámbar se clavaron en los de Lía con una intensidad que la hizo jadear.

"A este hombre, Lía," respondió, con un tono que no dejaba lugar a dudas. "Acabas de salvar a Alpha Seth, el líder de la Manada Valle de Escarcha, la manada más grande de la costa oeste y es un hombre con muchos enemigos."

La vida de Lía, rota por el rechazo de un Alfa, acababa de ser reescrita por el rescate de otro y sabía que, de ahora en adelante, cada paso la alejaría más de la loba Beta que fue, y la acercaría más a la guerrera marcada que estaba destinada a ser.

El bosque nocturno se había convertido en un laberinto de sombras y susurros, un eco de la tormenta que arrasaba el alma de Lía, el hedor a sangre, menta fría y tierra húmeda era lo único que la anclaba a la realidad, una realidad tan grotesca que casi preferiría volver al dolor punzante del rechazo, el Alfa Seth, inconsciente, era un peso muerto sobre su hombro, y Lía sentía que cada músculo de su cuerpo gritaba en protesta.

"Por aquí, tenemos que movernos rápido."

La voz de Ethan era una cuerda tensa en la oscuridad, sus ojos ámbar, que antes parecían cálidos, ahora brillaban con una determinación feroz, escaneando el entorno como un depredador, Lía lo siguió, sus piernas temblaban, pero la adrenalina la impulsaba, el shock del rescate había comenzado a disiparse, dejando paso a un miedo visceral, estaba con dos alfas desconocidos, uno moribundo y el otro, una interrogante andante, era una renegada ¿Qué hacía allí?

"¿Puedes transformarte?" preguntó Ethan, sin siquiera mirarla, cargaba a Seth con una facilidad inquietante, a pesar del evidente peso del otro alfa.

Lía negó con la cabeza, avergonzada. "Mi loba... está herida, no puede."

Ethan emitió un gruñido bajo, pero no de desaprobación. "Ya veo, la Marca Rota, te ha desgarrado por dentro pero no te ha matado, eso es… peculiar." Su tono era analítico, no compasivo. "Tendremos que ir a pie, no podemos correr el riesgo de dejar un rastro que puedan seguir."

"¿Quiénes eran esos hombres?" Lía preguntó, forzando las palabras a salir de su garganta reseca, la imagen de los Guerreros Oscuros, sus ojos brillantes y su ferocidad sin piedad, se grabó en su mente.

"Guerreros Oscuros," respondió Ethan, sin añadir más, su silencio era tan pesado como el propio bosque, no le ofrecía consuelo, solo hechos crudos.

Caminaron durante lo que parecieron horas, el bosque denso impidiendo cualquier atisbo de la luna o las estrellas, Lía se mordió el labio hasta sentir el sabor de la sangre, el dolor en su cuello, donde el lazo con Aiden había sido arrancado, era una herida abierta, cada paso era una tortura, cada pensamiento una daga, Aiden, su nombre era una herida supurante, recordaba sus ojos helados, su voz, cortante como un témpano, pronunciando esas dos palabras: Te rechazo.

No pienses en él, no pienses en él, se repetía a sí misma.

Pero era inútil, el trauma se había grabado a fuego en su alma.

Finalmente, Ethan se detuvo abruptamente. "Descansaremos aquí, el Alfa Seth necesita que revisen sus heridas."

Dejaron a Seth con cuidado bajo un dosel de hojas densas, la piel de Seth estaba pálida bajo las manchas de sangre, y un sudor frío perlaba su frente, la herida de la flecha de plata, aunque Lía había quitado el proyectil, todavía estaba supurando, la plata era un veneno lento y corrosivo para los lobos.

Ethan sacó un pequeño kit de primeros auxilios de una bolsa de cuero que llevaba colgada al hombro, contenía hierbas, vendas y una pequeña botella de líquido ambarino, su eficiencia era sorprendente.

"¿Sabes curar?" Lía observó, fascinada a pesar del pánico.

"Soy un guerrero y a veces, un sanador, debes saber un poco de todo para sobrevivir en estos tiempos," respondió Ethan, sin mirarla, sus dedos hábiles limpiaban la herida de Seth con una precisión que asombraba a Lía. "Necesitamos extraer el veneno de plata, tardará un poco, y no podemos encender un fuego para calentar las hierbas."

Mientras Ethan trabajaba, Lía no pudo evitar observarlo, bajo la capa oscura, su constitución era más musculosa de lo que parecía al principio, pero con la agilidad de un gato, su cabello, oscuro como la noche, caía sobre sus ojos ámbar cuando se inclinaba, no era tan imponente como Aiden, ni tan masivo como Seth, era diferente, más... enigmático, tenía una energía tranquila, pero letal.

Se acercó a él, sintiéndose una intrusa. "Yo... yo soy Lía."

"Lo sé" respondió Ethan, sin levantar la vista.

"Gracias por salvarme" Lía murmuró, con la voz apenas un susurro "Y por... por ayudarme con él."

Ethan finalmente levantó la vista, y sus ojos ámbar se clavaron en los de ella, esa mirada, no era la lástima que veía en los ojos de su manada, ni el desprecio de Aiden, era algo más profundo, reconocimiento, o quizá, una curiosidad.

"No me debes nada, te lanzaste a ayudar a un Alfa desconocido, eso dice mucho de ti, Lía de Luna Roja, más de lo que muchos de tu manada merecen." Su voz era profunda y resonante, y a Lía le provocó un escalofrío que no tenía nada que ver con el frío de la noche.

Sus palabras fueron como un bálsamo en su alma herida, Más de lo que muchos de tu manada merecen, La validación, aunque pequeña, era un rayo de luz en su oscuridad.

"¿Qué le harán los Guerreros Oscuros si no lo encuentran?" Lía preguntó, intentando cambiar de tema, la intensidad de su mirada la ponía nerviosa.

Ethan apretó los labios "No lo sé, Pero por la forma en que lo atacaron, y la insistencia con la flecha de plata, estaban intentando matarlo o inmovilizarlo para llevarlo, los Guerreros Oscuros no suelen perdonar y no trabajan sin un motivo, la sangre de un Alfa puro como Seth es... valiosa, demasiado valiosa."

El concepto de "sangre valiosa" hizo que el estómago de Lía se encogiera. Su mente regresó a los antiguos relatos sobre rituales prohibidos, a los que su madre solía referirse con susurros, historias de los primeros lobos y de cómo el poder podía ser corrompido, desechó la idea, eran solo cuentos.

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