La mente de Seth había completado el mapa de su propia forja, la humillación ante Valerius le había enseñado que el honor era la debilidad de la mediocridad; el entrenamiento del Vástago Rápido le había enseñado que la eficacia era la única moneda de cambio en el poder, solo quedaba el paso final: la inversión necesaria para reclamar el Derecho al Cetro por mérito, no por sangre.
Esa inversión tenía un nombre y un aura de caos: Lía, la Anomalía.
El momento en que Seth la vio después del Lazo Roto fue la clave de su estrategia, no la vio sufriendo, vio energía desatada, mientras Aiden se hundía en la autocompasión y la rabia por lo que había perdido, Seth veía la fuerza que se había ganado.
Lía ya no estaba atada al destino de un Alfa Primigenio, era una variable impura en un sistema rígido, ella podía moverse por donde los demás no podían, su energía Beta, liberada de la autoridad de Aiden, había comenzado a manifestar patrones impredecibles, una capacidad de adaptación que Seth, como