Elizabeth.-
Esa imagen espantosa se repite a cada segundo en mi mente, por dios quien podría tener la maldad para hacer algo así, ese hombre que corrió ¿Quién era?
— Cariño, tu padre –siento el tacto cálido de la mano de Bastián, veo a mi padre con los ojos rojos apoyándose en la pared, me levanto y me acerco a él.
— ¿Qué dicen los médicos papá? –me observa con desprecio – ¿Cómo está?
— ¿Cómo va a estar Elizabeth? Su vida quedó arruinada, tiene el rostro… el cuello, quiero encontrar al culpable que hizo esto y espero que tú no tengas nada que ver –me sorprendo ante su acusación ¿cómo puede pensar que yo haría algo así?
— ¿Yo? ¿De verdad me crees capaz de hacer algo así? –y este es el último golpe que mi padre me da dejando mi corazón romperse en mil pedazos.
— Siempre has odiado a Teressa por acusar a Katia, incluso te fijaste en el hombre que ella siempre amó ¿por venganza?
— ¿Cómo se atreve? –gruñó Bastián, pero lo detuve.
— Es verdad siempre estuve enojada por lo que le hicieron a