Bastián.-
Estábamos en mi oficina revisando las imágenes de seguridad del hotel, efectivamente se vio un hombre acercándose a Teressa y como le rocía en el rostro el ácido.
— Ese hombre es un profesional, ninguna cámara pudo enfocar bien su rostro –comenta mi asistente.
— Ya había estudiado donde se ubicaban las cámaras, eso fue fríamente calculado.
— ¿Pero quién pudo hacer algo así tan espantoso? –Elizabeth se sentía aturdida, su corazón estaba lleno de nobleza. En su mente no cabía la posibilidad de la maldad a pesar que trabaja con niños que muchas veces son criados por lobos en vez de humanos.
— Ben, déjanos solos por favor –mi asistente asiente y sale de la oficina, Elizabeth no deja de ver la imagen del hombre que atentó contra su hermana. –reina mía –apagué la pantalla –. Tu hermana ha hecho muchos enemigos, cualquiera pudo…
— ¿De qué estás hablando Bastián?
— Mi reina, ¿crees que tu hermana es solo así contigo? –frunce el ceño confundida, sopesando cada una de mis palab