Cap. 79: ¿Cuánto te pagó por seducirme?
—Estás equivocada, tía Eulalia. Amelia no es ninguna mujerzuela —dijo con voz grave—. Y no voy a permitir que te expreses así de ella. Ni aquí ni en ningún lugar.
La mujer alzó una ceja con gesto altivo, acomodándose el abrigo oscuro con manos enguantadas. Había llegado desde Rhinebeck tras ver ese fragmento de video y venía dispuesta a hacer valer el supuesto legado de su hermana: cuidar de Iker como si aún tuviera quince años.
—Creo que al menos deberías invitarme a entrar —replicó, con esa voz nasal que usaba cuando se sentía ofendida.
Iker suspiró y, sin decir una palabra, se hizo a un lado. Eulalia entró con paso seguro, observando con desprecio contenido cada rincón del moderno apartamento. La alfombra de diseño. Las luces tenues. El aroma a vino flotando aún en el aire.
—¿Entonces cómo quieres que la llame? —preguntó con falsa calma, girándose para enfrentarlo—. ¿Cómo se le dice a una mujer que no sabe quién es el padre de su hijo?
Justo en ese momento, Amelia apareció en el um