Cap. 71: Mensajes entre líneas.
Amelia estaba en la cocina, terminando de preparar el almuerzo, sus movimientos eran casi hipnóticos. No dejaba de pensar en que Lisandro iba a usar sus recursos legales para estar cerca de Teo, lo conocía a la perfección. Iker apareció en la puerta, apoyado contra el marco, con una sonrisa que no le cabía en el rostro.
—¿Y esa cara? —preguntó ella alzando una ceja, notando el brillo inusual en sus ojos.
Iker avanzó sin responder enseguida. Caminó hasta ella, se detuvo a su espalda y le rodeó la cintura con ambos brazos, pegando su cuerpo al suyo. Amelia soltó un suspiro involuntario, bajando el batidor al mesón.
—Tenemos luz verde —murmuró él junto a su oído—. El fiscal cerró la medida de protección. La policía determinó que ya no hay riesgo. Podemos volver a casa, Amelia.
Ella lo miró, con los ojos muy abiertos.
—¿Hablas en serio?
Iker asintió, y ella no pudo contenerse: se le lanzó al cuello, riendo contra su pecho. El alivio la embargó de pies a cabeza.
—¡Vamos a volver! —exclamó